martes, 31 de diciembre de 2024

Lanata y la democracia

Ayer falleció Jorge Lanata en Buenos Aires. Baste decir ahora que tenía 64 años, que su salud era frágil hace mucho tiempo y que los meses de internación resultaron tan dañinos como los males que padecía. Y digo que basta con eso porque, aunque es toda una historia, no es la que quiero contar.

Lo que quiero contar es que el periodismo argentino salvó a la democracia argentina, y en esta tarea de próceres, Jorge Lanata tuvo, lejos, el papel más destacado entre los periodistas que lo fueron de verdad y que fueron pocos, bastante menos de los necesarios, cosa que dio a Lanata el protagonismo que tuvo, quizá sin quererlo.

A los 50 Lanata decía que ya era hora de dejar de lado los miramientos y empezó a decir por radio y televisión lo que pensaba, sin filtro. Tan sin filtro que fue el periodista que impuso el lenguaje que hoy ocupa casi todo el periodismo argentino, el que hablamos todos, aunque sea un poco zafado.

Después de la pelea del Grupo Clarín con los Kirchner, allá por marzo de 2008, Lanata tuvo el espacio y el capital que necesitaba para investigar la corrupción en el poder. Lo aprovechó al máximo en una emisora de radio y un canal de televisión del grupo. Pero tampoco importa ahora ese u otro programa de televisión o de radio, los diarios o las revistas que fundó, o los libros que publicó. Ni importa –no me importó nunca– cuál era el pensamiento político de Lanata y si coincidía o no coincidía con el mío.

Como todo ser humano, Jorge Lanata fue cambiando durante sus 64 años. Digan lo que digan de él, en la etapa de su vida que se quiera recortar, Lanata fue siempre fiel a lo que le dictaba su conciencia, formada de contrastar la realidad con su pensamiento, aunque eso le costara cambiar su pensamiento cuando estaba equivocado. No conozco tanto de su vida como para decir que hay algo que nunca hizo, pero igual me atrevo a decir que desde que cumplió 50 años, nunca adaptó la realidad a sus caprichos. Y su modo de acercarse a la realidad era como el de los artistas: pasional, fuerte, vital, enérgico. Por eso los artistas dicen verdades que nadie más puede decir y ven siempre más allá que el resto de los mortales.

Cuando digo que el periodismo salvó la democracia argentina digo también que no la salvaron los empresarios, ni los militares, ni los sindicatos, ni los jueces, ni las universidades, ni otras instituciones que podríamos suponer que deberían intentarlo. Mucho menos los políticos. Los medios, en general, no hicieron mucho esfuerzo, pero soy injusto si no cito el compromiso de dos empresas periodísticas: La Nación y Clarín. Y para seguir siendo justo debo decir que, mientras le convino, Clarín fue socio de quienes atentaron contra nuestra democracia intentando instalar el socialismo populista en la Argentina.

La democracia argentina, pero también la de cualquier lugar del mundo, necesita periodistas apasionados por la verdad, como Lanata. Donde flaquean las instituciones, como ocurre a menudo en nuestra América, ellos son la mejor garantía para la democracia.

domingo, 29 de diciembre de 2024

Así se corta una foto


Poco más para decir. Solo que sigue al pie de la letra el consejo de Tim Harrower: corte sin piedad y agrande sin vergüenza.

lunes, 9 de diciembre de 2024

El periodismo en la era de la política cuántica

Ayer estuvo Alejandro Fantino en La Cornisa, el programa de Luis Majul en LN+ (el canal de noticias de La Nación). Como explica algunas realidades de la actualidad del ecosistema informativo argentino y occidental, que trataba de demostrar en este post de hace unos días, creo que vale la pena dejarlo en este lugar.

viernes, 29 de noviembre de 2024

La foto del surfer volador


La foto es conocida y puede ser la foto del año. L'Équipe, el magazine de los viernes del diario deportivo francés del mismo nombre, ha editado muy bien en esta portada de su número especial de fotos deportivas, en el año de los Juegos Olímpicos de París.

La foto es de Jérôme Brouillet (AFP) y el surfista es Gabriel Medina, brasileño, cuando sale de un barril en la playa de Teahupo'o, en Tahití (Polinesia Francesa).

Como siempre –casi nunca estas fotos salen por azar– el fotógrafo, que vive en Tahití y también es surfista, sabía que Medina hace estas cosas y lo estaba esperando.

viernes, 8 de noviembre de 2024

Jeff Bezos tenía razón

La elección que terminó el martes pasado en los Estados Unidos ha dejado varias consecuencias que me parece interesante revisar desde el periodismo.

1. En plena campaña el dueño del Washington Post decide que ese periódico no va a apoyar a ningún candidato porque entiende que los periodistas están hablando de ellos mismos y no de lo que a la gente le interesa. La decisión sorprende porque el WaPo siempre apoyó a los candidatos demócratas y provoca críticas y protestas de periodistas como Martin Baron, antiguo Director del periódico, que calificó de cobardía la actitud de Jeff Bezos. Visto después de la elección, Marshall McLuhan diría que Bezos es el Michael Faraday de nuestra era, porque vio lo que los periodistas no ven, y lo vio por no estar encasillado en las categorías endogámicas y escoradas hacia el falso progresismo de la profesión y de la industria.

2. Muchos –diría que casi todos– los periodistas y sus medios apoyaron a Kamala Harris, pero atacando a Donald Trump, de quien dijeron que es fascista, populista, nazi, antidemocrático, monstruo, criminal... Les subo estas portadas, anteriores a la elección, como botones de muestra:





Era bastante evidente que la inmensa mayoría del ecosistema periodístico estaba en contra de Donald Trump, pero también se ve que tenían la esperanza de que se podía evitar lo que resultó inevitable. Lo loco es que fueran progresistas y pensaran que podían cambiar la elección con lo que aparecía en sus medios anticuados. Y también es loco que pongan el grito en el cielo cuando Trump los insulta.

Su Majestad The New York Times dio la noticia del triunfo de Trump recordando en la bajada del título principal que el nuevo presidente es un forajido y un criminal.


3. La elección ni siquiera fue ajustada. Cuando esto escribo, Donald Trump aventaja por 295 a 226 electores a Kamala Harris; el Partido Republicano se quedó con la mayoría del Senado y está a punto de hacerlo también con la Cámara de Representantes. El mapa de todo el país –condado por condado– se tiñó del color republicano. 


4. Fuera de todo análisis político, no cabe duda de que Jeff Bezos tenía razón. Los periodistas están muy lejos de la realidad, con una agenda endogámica que no es la de la mayoría de la gente. Escriben y dicen lo que a ellos les gusta o les gustaría que ocurriera y no lo que pasa de verdad. Es la tiranía de la noticia deseada de las elites pseudoprogresistas, que tenían de rehenes a las verdaderas mayorías, esas que no salen a la calle a manifestarse, pero gracias a las redes sociales pueden alzar su voz de otro modo. Son muchísimos más –con una diferencia de 10.000 o 100.000 a 1– que los que van a las plazas con pancartas ajadas y tambores desfondados, para aparecer en las fotos de los periódicos o detrás de los micrófonos de los movileros, y para colmo son siempre los mismos.

5. Es el gran problema del periodismo de nuestro tiempo, que en esta casa hemos denunciado hasta el cansancio. Está encerrado en su propia burbuja, dándonos consejos como si fuéramos tan imbéciles que les creemos. Mientras la agenda del periodismo y los medios no sea la de la gente, las audiencias no responderán. Y lamento comunicarles que no tienen resto para cambiar porque los medios del futuro ya son de otros.

Bonus track, ahora sí, con análisis político

Fue la política la que contagió de endogamia autorreferencial al periodismo y lo alejó de las preocupaciones reales de la gente. Y a su vez, fue el periodismo el que contagió a la política con su falso progresismo, su equilibrio mentiroso, su centralidad trucha... Esa moderación bienpensante se repitió en los gobiernos de nuestros países cada vez que ganaron las elecciones las alianzas dizque de centro debido a los fracasos del socialismo del siglo XXI. Pero el centro moderado y gradualista (duranbarbista) no sirvió para ahuyentar al socialismo. Al revés: sirvió para que volviera recargado, menos moderado, más cínico y autoritario, y capaz de cualquier cosa para mantenerse en el poder, hasta de asociarse con el crimen organizado.

La novedad de Donald Trump, Javier Milei, Nayib Bukele, Viktor Orbán o Giorgia Meloni –cada uno con su realidad y su estilo– es que a las izquierdas ya no se las enfrenta desde ese centro acomplejado sino desde la derecha sin complejos, que los que la van de moderados se empeñan en prefijar con ultra y extrema, cuando no adjetivar como fascista sin ninguna vergüenza.

¿Se entiende ahora por qué los líderes de la nueva derecha hablan pestes de los periodistas y de los medios?

jueves, 7 de noviembre de 2024

Super Deporte y la agenda valenciana

No solo el Marca de Madrid se convirtió por unos días en popular generalista debuda a la DANA en la Comunidad Valenciana. También Super Deporte de Valencia, en algunos casos buscando siempre el dato deportivo. Subo la portada del día anterior, típica, endogámica, de la entrega del Balón de Oro.

29 de octubre


desde el 30 de octubre hasta hoy:

miércoles, 6 de noviembre de 2024

El New York Times pasó los 11.000.000 de suscriptores

Son datos del tercer trimestre de 2024 y se dieron a conocer anteayer. Van los datos esquemáticos, pelados, como le gusta a Ismael Nafría:

Suscriptores


Así se distribuyen los suscriptores del NYT por tipo de suscripción:

  • Total: 11.090.000
    • Digitales: 10.470.000
    • Papel: 620.000
  • Los digitales se distribuyen así:
    • Paquete completo o multiproducto: 5.120.000
    • Solo News: 2.110.000
    • Otros productos individuales (Cooking, Games, Wirecutter, The Athletic y suscripciones corporativas y educativas: 3.240.000


Los ingresos crecen un 7%


El NYT tuvo unos ingresos totales durante el tercer trimestre de 640,2 millones de dólares, un 7% más que en el mismo periodo del año anterior.

Así se distribuyeron los ingresos:

  • Total: 640,2 millones de dólares (+7%)
    • Suscripción: 453,3 millones de dólares (+8,3%)
      • Suscripción digital: 322,2 millones (+14.2%)
      • Suscripción papel: 131,1 millones (-3,8%)
    • Publicidad: 118,4 millones (+1,1%)
      • Publicidad digital: 81,6 millones (+8,8%). Supone el 68,9% de los ingresos totales por publicidad.
      • Publicidad impresa: 36,8 millones (-12,6%)
    • Otros: 68,5 (+9,3%)

El ingreso medio por suscriptor digital fue de 9,45 dólares, un 1,8% más que el año anterior.

Los otros ingresos aumentaron un 9,3% gracias especialmente a los ingresos por afiliación de Wirecutter y a los ingresos por licencia de derechos.

martes, 5 de noviembre de 2024

Buenos reflejos de Marca

El día siguiente a la gota fría, ahora llamada DANA (depresión aislada a niveles altos), del pasado 30 de octubre en la Comunidad Valenciana, los deportivos de Madrid Marca y As se convirtieron en populares generalistas. Nadie hablaba de otra cosa y salir con deportes (con fútbol) parecía fuera de lugar, como estar mirando para otro lado, frívolamente, mientras el único tema de conversación era el terrible impacto producido por la DANA. Además de los daños, de los muertos y desaparecidos, las imágenes eran fuertísimas.

Marca y As el jueves 31 de octubre


Pero Marca siguió, el viernes 1 de noviembre...


y el sábado 2 de noviembre...


y el domingo 3 de noviembre...


y el lunes 4 de noviembre...


y el martes 5 de noviembre.

Es la agenda de la gente, que no hablaba de otra cosa en toda España, en Europa y en América. Buenos reflejos de Marca, que fue haciendo sin apuro su transición de vuelta al fútbol.

miércoles, 30 de octubre de 2024

Nadie nos cree porque hablamos con nosotros mismos

Bastante revuelo causó la decisión de Jeff Bezos de que el Washington Post no apoye a la candidata demócrata Kamala Harris. Es que históricamente el WaPo lo hacía con el Partido Demócrata, sea quien sea su candidato. La decisión provocó la reacción airada de Martin Baron, que trató a su antiguo diario de cobarde, y de unos 250.000 suscriptores que, según parece, dejaron de pagar y de leer el periódico. También renunciaron tres miembros de su Consejo Editorial.

 Anteayer Jeff Bezos, el dueño del Washington Post, publicó esta nota en su periódico:


The hard truth: Americans don’t trust the news media

Jeff Bezos is the owner of The Washington Post.

In the annual public surveys about trust and reputation, journalists and the media have regularly fallen near the very bottom, often just above Congress. But in this year’s Gallup poll, we have managed to fall below Congress. Our profession is now the least trusted of all. Something we are doing is clearly not working.

Let me give an analogy. Voting machines must meet two requirements. They must count the vote accurately, and people must believe they count the vote accurately. The second requirement is distinct from and just as important as the first.

Likewise with newspapers. We must be accurate, and we must be believed to be accurate. It’s a bitter pill to swallow, but we are failing on the second requirement. Most people believe the media is biased. Anyone who doesn’t see this is paying scant attention to reality, and those who fight reality lose. Reality is an undefeated champion. It would be easy to blame others for our long and continuing fall in credibility (and, therefore, decline in impact), but a victim mentality will not help. Complaining is not a strategy. We must work harder to control what we can control to increase our credibility.

Presidential endorsements do nothing to tip the scales of an election. No undecided voters in Pennsylvania are going to say, “I’m going with Newspaper A’s endorsement.” None. What presidential endorsements actually do is create a perception of bias. A perception of non-independence. Ending them is a principled decision, and it’s the right one. Eugene Meyer, publisher of The Washington Post from 1933 to 1946, thought the same, and he was right. By itself, declining to endorse presidential candidates is not enough to move us very far up the trust scale, but it’s a meaningful step in the right direction. I wish we had made the change earlier than we did, in a moment further from the election and the emotions around it. That was inadequate planning, and not some intentional strategy.

I would also like to be clear that no quid pro quo of any kind is at work here. Neither campaign nor candidate was consulted or informed at any level or in any way about this decision. It was made entirely internally. Dave Limp, the chief executive of one of my companies, Blue Origin, met with former president Donald Trump on the day of our announcement. I sighed when I found out, because I knew it would provide ammunition to those who would like to frame this as anything other than a principled decision. But the fact is, I didn’t know about the meeting beforehand. Even Limp didn’t know about it in advance; the meeting was scheduled quickly that morning. There is no connection between it and our decision on presidential endorsements, and any suggestion otherwise is false.

When it comes to the appearance of conflict, I am not an ideal owner of The Post. Every day, somewhere, some Amazon executive or Blue Origin executive or someone from the other philanthropies and companies I own or invest in is meeting with government officials. I once wrote that The Post is a “complexifier” for me. It is, but it turns out I’m also a complexifier for The Post.

You can see my wealth and business interests as a bulwark against intimidation, or you can see them as a web of conflicting interests. Only my own principles can tip the balance from one to the other. I assure you that my views here are, in fact, principled, and I believe my track record as owner of The Post since 2013 backs this up. You are of course free to make your own determination, but I challenge you to find one instance in those 11 years where I have prevailed upon anyone at The Post in favor of my own interests. It hasn’t happened.

Lack of credibility isn’t unique to The Post. Our brethren newspapers have the same issue. And it’s a problem not only for media, but also for the nation. Many people are turning to off-the-cuff podcasts, inaccurate social media posts and other unverified news sources, which can quickly spread misinformation and deepen divisions. The Washington Post and The New York Times win prizes, but increasingly we talk only to a certain elite. More and more, we talk to ourselves. (It wasn’t always this way —in the 1990s we achieved 80 percent household penetration in the D.C. metro area.)

While I do not and will not push my personal interest, I will also not allow this paper to stay on autopilot and fade into irrelevance —overtaken by unresearched podcasts and social media barbs— not without a fight. It’s too important. The stakes are too high. Now more than ever the world needs a credible, trusted, independent voice, and where better for that voice to originate than the capital city of the most important country in the world? To win this fight, we will have to exercise new muscles. Some changes will be a return to the past, and some will be new inventions. Criticism will be part and parcel of anything new, of course. This is the way of the world. None of this will be easy, but it will be worth it. I am so grateful to be part of this endeavor. Many of the finest journalists you’ll find anywhere work at The Washington Post, and they work painstakingly every day to get to the truth. They deserve to be believed.

 

 Traducido por Jaime Arrambide aparece en La Nación (Buenos Aires) de hoy:


La cruda verdad: los norteamericanos no creen en los medios de prensa

En las encuestas públicas anuales sobre confianza y reputación que se hacen en Estados Unidos, los periodistas y los medios por lo general quedan cerca del fondo de la lista, apenas por encima del Congreso. Pero en la encuesta de Gallup de este año, los medios hemos logrado quedar incluso por debajo del Congreso: ahora, nuestra profesión es la menos confiable de todas. Algo de lo que hacemos claramente no está funcionando.

Me permito hacer una analogía. Las máquinas que se usan para votar deben cumplir dos requisitos: deben contar los votos con exactitud y la gente debe creer que los cuentan con exactitud. Y el segundo requisito es totalmente diferente y tan importante como el primero.

Lo mismo pasa con los diarios. Tenemos que ser precisos y la gente debe creer que lo somos. Y por difícil que sea de digerir, en ese segundo requisito estamos fallando. La mayoría de la gente cree que los medios son sesgados. El que no lo vea le está prestando poca atención a la realidad, y los que niegan la realidad pierden. La realidad siempre sale invicta. Sería muy fácil culpar a otros de nuestra larga y sostenida pérdida de credibilidad –y por lo tanto, del impacto de nuestro trabajo–, pero victimizarnos no nos va a ayudar. Y quejarse tampoco es una estrategia. Tenemos que trabajar más y mejor para controlar lo que podemos controlar para aumentar nuestra credibilidad con la gente.

El respaldo de un medio de prensa a un candidato presidencial no mueve el amperímetro de una elección. Ningún votante indeciso de Pensilvania va a decir: “Voy a votar por el candidato que respalda tal o cual diario”. Ninguno.

Lo único que logra el respaldo de un medio a un candidato es transmitir la sensación de que se trata de un medio sesgado. Una percepción de falta de independencia. Terminar con esos respaldos es una decisión de principios, y es la correcta. Eugene Meyer, editor del Washington Post desde 1933 hasta 1946, pensaba lo mismo y tenía razón. Por sí sola, la decisión de no respaldar a ningún candidato no es suficiente para hacer que el periodismo escale en la confianza de la gente, pero es un paso importante en la dirección correcta. Y ojalá hubiéramos introducido este cambio mucho antes, en un momento más alejado de las elecciones y de las pasiones que desatan. Fue un error de planificación y no una estrategia deliberada.

También quiero dejar en claro que acá no hay en juego ningún tipo de quid pro quo. Ninguno de los dos candidatos ni sus equipos de campaña fueron consultados ni informados en ningún momento ni de ninguna manera sobre esta decisión, que se tomó completamente de manera interna. Dave Limp, el director ejecutivo de una de mis empresas, Blue Origin, se reunió con el expresidente Donald Trump el día de nuestro anuncio. Cuando me enteré, sentí desazón, porque sabía que esa visita sería usada como un arma por quienes quisieran presentar nuestra decisión como algo más que una decisión basada en principios. Pero el hecho es que no me había enterado de la reunión de antemano.

En lo que respecta a los aparentes conflictos de intereses, no soy el dueño ideal para el Washington Post en este momento. Todos los días, en algún lugar, algún ejecutivo de Amazon, de Blue Origin, o de las otras organizaciones filantrópicas y empresas que poseo o en las que invierto se reúne con funcionarios del gobierno.

La gente puede entender mi riqueza y mis intereses comerciales como un blindaje contra la intimidación, o puede verlos como una red de intereses en pugna. Solo mis propios principios pueden inclinar la balanza de uno a otro lado. Les aseguro que mis opiniones aquí son, de hecho, basadas en principios, y creo que mi historial como propietario del Post desde 2013 lo respalda. Los desafío a encontrar un solo caso en donde me haya impuesto sobre alguien del Post para favorecer mis intereses. Nunca ocurrió.

La falta de credibilidad no es exclusiva del Post. Nuestros periódicos colegas enfrentan el mismo problema. Y es un problema no solo para los medios, sino también para el país. Mucha gente ahora recurre a podcasts improvisados, publicaciones inexactas en las redes sociales y otras fuentes de noticias no verificadas, que pueden difundir rápidamente la desinformación y profundizar las divisiones. The Washington Post y The New York Times ganan premios, pero cada vez más parece que le hablamos exclusivamente a cierta elite de lectores. Cada vez más, hablamos con nosotros mismos.

Si bien no impongo ni impulsaré mi interés personal, tampoco permitiré que este diario quede en piloto automático y se desvanezca en la irrelevancia, superado por podcasts no verificados y ataques en las redes sociales, no sin presentar batalla. Es demasiado importante. Es mucho lo que hay en juego. Ahora más que nunca, el mundo necesita una voz creíble, confiable e independiente, y ¿dónde mejor que la capital del país más importante del mundo para que surja esa voz? Para ganar esa lucha, tendremos que ejercitar otros músculos. Algunos cambios serán un regreso al pasado, y otros serán flamantes innovaciones. Y por supuesto que la crítica será parte integral de cualquier novedad. Así es el mundo. Nada de esto va a ser fácil, pero valdrá la pena. Estoy muy agradecido de ser parte de este esfuerzo. Muchos de los mejores periodistas que existen trabajan en The Washington Post y trabajan arduamente, todos los días, para llegar a la verdad. Ellos merecen que se les crea.

domingo, 27 de octubre de 2024

La verdad del periodismo

Vale la pena leer esta entrevista de Gastón Roitberg a Jim Brady, publicada hoy en La Nación de Buenos Aires. Está claro que el modelo del soporte publicitario para mantener al periodismo se está agotando definitivamente. Pero además ya existe la tecnología para pagar solo lo que se consume y abandonar el dispendioso esquema de los medios impresos que todavía rige en los digitales: pagamos por el 100 % pero con suerte consumimos solo el 10 %.


Resalto algunos párrafos, pero me gusta especialmente uno que explica aquello de que la verdad del periodismo está siempre en proceso; nunca es definitiva. Es la característica más sobresaliente de lo que suelo llamar verdad urgente, que es la verdad propia del periodismo.

Jim Brady “Los consumidores tendrán que financiar la mayoría de los medios del futuro”

Es uno de los pioneros del periodismo digital en los Estados Unidos y fue artífice del lanzamiento de la edición digital del Washington Post en 1996

por Gastón Roitberg

Actual vicepresidente de Periodismo de la Fundación John S. y James L. Knight, Jim Brady es uno de los referentes en el desarrollo del periodismo en la plataforma digital. Tiene una amplia trayectoria que abarca desde liderar marcas importantes como washingtonpost.com y Digital First Media, hasta crear desde cero una empresa que desarrolló y vendió sitios de noticias locales en tres ciudades de los Estados Unidos.

En Knight –institución a la que se unió en 2021–, lidera los esfuerzos de otorgamiento de subvenciones para el programa de periodismo de la fundación, con el objetivo de apoyar comunidades más informadas y comprometidas. Antes, fue director ejecutivo de Spirited Media, una consultora que lanzó y operó sitios de noticias locales como Billy Penn en Filadelfia, The Incline en Pittsburgh y Denverite en Denver.

Nacido y criado en la transición entre los medios tradicionales y las movedizas arenas digitales, Brady ocupó roles ejecutivos en la industria: fue editor ejecutivo del washingtonpost.com (donde formó parte del equipo de lanzamiento en 1996), editor en jefe de Digital First Media, jefe de Noticias y Deportes en America Online, y editor público de ESPN.

-Tiene 37 años de experiencia en periodismo, 30 de los cuales han estado marcados por la expansión de las plataformas digitales. ¿Cuál es el balance que se puede hacer del camino recorrido?

-No hay muchas personas que hayan estado en el periodismo digital durante 30 años, y lo único que puedo decir sin pausa es: el panorama nunca ha dejado de cambiar en esas tres décadas. Creo que la lección principal para mí es no acomodarme nunca con la forma en que están las cosas en un momento dado, porque no se mantendrán así por mucho tiempo. Cualquier herramienta genial que estés usando será reemplazada por una herramienta nueva y más genial. Así que debes mantener una mente abierta y nunca caer en la trampa de pensar que hay “una forma correcta” de hacer algo, y que no se puede cuestionar. Todo debe ser cuestionado constantemente, o de lo contrario podrías perderte –o, peor aún, descartar– lo próximo grande que venga.

-¿Cuál es su perspectiva sobre el cambio definitivo de las redacciones hacia un enfoque digital?

-Por ahora, está claro que las audiencias utilizan principalmente plataformas digitales para obtener noticias, por lo que es ahí donde los editores deben estar. Esto no significa que las organizaciones de medios no deban seguir intentando generar ingresos de la prensa escrita y la transmisión durante el tiempo que puedan. Todavía hay ingresos allí. Pero, como dije antes, debe haber un entendimiento de que esas plataformas heredadas no serán los principales motores de ingresos por mucho más tiempo. El mundo es digital ahora, y los consumidores más jóvenes nacen en ese mundo. No veo un resurgimiento de la prensa escrita o el broadcast, así que incluso si la mayoría de tus ingresos provienen de productos heredados, la mayor parte de tus recursos debe estar enfocada en lo digital.

-¿Cuáles deberían ser las prioridades periodísticas, tecnológicas y comerciales para los medios locales que buscan hacer sus productos digitales más sostenibles?

-Mi respuesta es la misma para las tres: crear productos que la gente quiera. El periodismo no puede tener mucho impacto si la gente no lo consume. La tecnología es irrelevante si la gente no puede usarla. Y ninguna redacción puede sobrevivir a menos que genere ingresos de sus productos. Así que salgan, hablen con los consumidores, obtengan una idea de lo que quieren y cómo lo quieren, y construyan productos que satisfagan esas necesidades y deseos. El periodismo ha tenido un problema de preciosismo, es decir, pensábamos que lo que hacíamos era tan importante que no teníamos que preocuparnos por las fuerzas del mercado. Los últimos 20 años nos han curado de esa ilusión. El periodismo no es un negocio de mostrador de delicatessen; no debemos simplemente tomar órdenes de los consumidores. Pero debemos hacer del desarrollo de productos valiosos el núcleo del negocio, y eso debe centrarse en los deseos del público.

-¿Deberían Google y Meta compartir sus ingresos de manera más equitativa con las organizaciones de noticias que proporcionan contenido de alta calidad para sus canales de distribución?

-No estoy seguro de por qué deberían hacerlo. Sí, esas plataformas han utilizado absolutamente las noticias para impulsar la adopción de sus servicios. Pero Google y Meta seguirían siendo actores dominantes aunque apenas hubieran tocado las noticias. Google revolucionó la forma de encontrar toda la información en la web, no solo noticias. Y Meta inventó la red social y explotó en popularidad antes de que hubiera noticias en el sitio. Sé que hay un argumento que dice que Google y Meta fueron más valiosos por la presencia de noticias y, por lo tanto, deberíamos ser pagados por crear ese valor. Pero también argumentaría que todos los periódicos se beneficiaron de tener publicidad. La publicidad hizo de los periódicos un producto más completo y diverso para el consumidor. ¿Les pagábamos a los anunciantes por poner avisos? No, ellos nos pagaban. Necesitábamos estar en Google y Meta por las mismas razones que los anunciantes estaban en los periódicos: ahí es donde estaban las miradas.

-Trabajó en America Online (AOL), una empresa que estaba adelantada a su tiempo. ¿Depende la innovación de una lectura precisa del contexto, las audiencias y el negocio para ser efectiva?

-Absolutamente. AOL cayó en la trampa que mencioné antes: tenía un negocio increíble de conexión dial-up y luego perdió por completo el cambio hacia la banda ancha. No sé si fue porque AOL esperaba que la banda ancha desapareciera o sabían que no lo haría y simplemente no pudieron pivotar lo suficientemente rápido. Pero la banda ancha rompió el modelo económico de AOL e hizo que el enfoque de “jardín cerrado” pareciera anacrónico. Los consumidores que AOL retuvo fueron aquellos que tampoco querían cambios. Y hubo suficientes de ellos para mantener el negocio por un tiempo. Pero AOL nunca volvió a ser una verdadera fuerza después de que se perdió ese cambio.

-¿Qué valor les asigna a las alianzas y colaboraciones entre los medios y las plataformas en el mundo digital en el que practicamos el periodismo?

-La colaboración es esencial en el nuevo mundo de los medios. Pero no es fácil. Muchos periodistas se criaron en un entorno hipercompetitivo donde lo peor que podías hacer era llevarte bien con los demás. Pero creo que hemos cambiado. No hay suficientes periodistas en la mayoría de las comunidades de Estados Unidos para proporcionar una cobertura adecuada, por lo que los que están allí deben trabajar estrechamente para asegurarse de que puedan cubrir la mayor cantidad de historias posible.

-¿Qué significa para usted el periodismo de calidad?

-Significa mantenerse fiel a los hechos, ser justo, dar espacio a todas las partes, realizar la tarea éticamente y estar abierto a la retroalimentación de la audiencia. El exeditor del Washington Post, Phil Graham, una vez llamó al periodismo “el primer borrador áspero de la historia”. Y lo es. La palabra clave allí es “áspero”. La mayoría de nosotros nunca hemos publicado una historia en la que supiéramos todo. Así que el buen periodismo también requiere humildad y una pasión implacable por hacer que las historias sean menos ásperas con el tiempo.

-¿Cuáles son sus pensamientos sobre la integración de la inteligencia artificial en las redacciones, especialmente en cuanto a su impacto en la integridad periodística y el papel de los periodistas de carne y hueso?

-La IA está aquí, nos guste o no. Personalmente, mi esperanza es que, por una vez, el periodismo decida ver la IA primero como una oportunidad y luego como una amenaza. El periodismo tiene una larga historia de ver toda nueva tecnología como una amenaza, y su respuesta generalmente es tratar de minimizar o demonizar lo nuevo. Sí, hay problemas de derechos de autor con la IA que debemos abordar, y seguramente otros problemas legales, éticos y morales. Pero la IA también puede ayudar con el periodismo de investigación de maneras inimaginables hace una década. Puede ayudar a automatizar tareas monótonas que consumen tiempo valioso del personal. Puede escanear registros públicos más rápido que cualquier humano, o grupo de humanos, podría hacerlo. La IA tiene tantos usos que pueden ayudarnos tanto periodísticamente como económicamente. Y si desperdiciamos eso viendo la IA principalmente como una amenaza, será una vergüenza para nosotros.

-¿Cuáles son los mayores desafíos que ve en el desarrollo de modelos de negocios sostenibles para los medios locales?

-Este es un negocio difícil en este momento. El dinero no fluye ni cerca de como lo hacía antes. Muchos equipos están trabajando increíblemente duro solo para sobrevivir. Pero diría que el mayor desafío probablemente sea el consumidor. No podemos construir negocios sostenibles a menos que los consumidores quieran lo que producimos. No digo que debamos hacer solo lo que los consumidores quieren; debemos seguir buscando y contando historias que los consumidores ni siquiera saben que deben pedir. Pero también debemos enfrentarnos al hecho de que estamos sufriendo tanto un problema de confianza como de evasión de noticias. La filantropía puede proporcionar fondos para ayudar a las redacciones en este período, pero serán los consumidores quienes tendrán que financiar la mayoría de los medios en el futuro. Así que asegurarse de que tienes personal dedicado al análisis y desarrollo de audiencias es crucial.

-¿Qué lecciones aprendió de sus emprendimientos con startups de noticias locales, su campo de acción en la actualidad?

-Muchas. La más grande, sin embargo, tiene que ver con la estructura de costos para las startups. Cuando lancé Billy Penn en 2014, tomó mucho dinero y mucho tiempo para lanzarlo. Así que, para cuando salimos al aire, ya estaba bastante avanzado en la autopista financiera. Y eso limita el tiempo disponible para encontrar un ajuste producto-mercado y construir un negocio. Entonces, en Knight, nos hemos centrado mucho en apoyar infraestructuras escalables para las redacciones, de modo que podamos ayudar a hacer que el lanzamiento sea más barato y rápido. Hacer eso extiende la vida de una publicación y le da el tiempo necesario para construir un negocio. Y estos sistemas no son solo útiles para las startups; tenemos muchas redacciones heredadas que también están aprovechando estas herramientas. Ya sea News Revenue Hub, Newspack, CatchLight, ProJourn o las muchas otras organizaciones que financiamos, creemos que estamos impulsando un verdadero progreso en el frente de la infraestructura.