Otra cita de Pedro Jota, tomada del libro de Consuelo Sánchez Vicente: "Y un juez -estoy hablando del año 1973- sentenció, palabra arriba, palabra abajo, lo siguiente: la seguridad, nuestra seguridad nacional, no reside en las rampas de los misiles nucleares o en la superficie de nuestros portaaviones, en nuestro poder militar en suma, sino en el rigor de nuestras instituciones libres. Y la prensa es una de las más importantes en la medida en que contribuye a formar la opinión pública y la conciencia crítica de los ciudadanos". Impresionante: es la sentencia de un juez con Franco vivo y gobernando España.
La noticia del día en la Argentina es la reforma de las Fuerzas Armadas. Buen momento para recordar que la seguridad nacional no es tanto misión de nuestros militares como del rigor de nuestras instituciones libres. Y la prensa es una de las más importantes en la medida en que contribuye a formar la opinión pública y la conciencia crítica de los ciudadanos.
viernes, 16 de junio de 2006
La prensa y la seguridad nacional
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jueves, 15 de junio de 2006
Contar las cosas que pasan ayuda a cambiarlas
Encontré una de las descripciones más cabales de periodismo en la extensa entrevista de Consuelo Sánchez Vicente a Pedro J. Ramírez -director del diario El Mundo de Madrid-, publicada en 2002 por Planeta en la colección Temas de Hoy con el título El Poder de la Prensa. La autora le pregunta por Julio Fuentes, el periodista de El Mundo asesinado en Afganistán junto con otros tres compañeros el 18 de noviembre de 2001.
Al final de la respuesta Ramírez recalca: "Julio encarnaba la cara más digna de ese poliedro que es la profesión periodística. Era una persona que no buscaba dinero ni honores en el sentido superficial del término, no tenía un sentido digamos misionero o profético de reformador social. Julio era una persona que creía que contar las cosas podía ayudar modesta y limitadamente a cambiarlas, y que siempre tenía la mirada compasiva hacia el individuo que lo estaba pasando mal en los lugares en que él era cronista y testigo de lo que ocurría".
Al final de la respuesta Ramírez recalca: "Julio encarnaba la cara más digna de ese poliedro que es la profesión periodística. Era una persona que no buscaba dinero ni honores en el sentido superficial del término, no tenía un sentido digamos misionero o profético de reformador social. Julio era una persona que creía que contar las cosas podía ayudar modesta y limitadamente a cambiarlas, y que siempre tenía la mirada compasiva hacia el individuo que lo estaba pasando mal en los lugares en que él era cronista y testigo de lo que ocurría".
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sábado, 3 de junio de 2006
Los canillitas son socios de los diarios
Editores y canillitas son socios de una misma industria: juntos deben crear y distribuir riquezas en lugar de pelear por un negocio que se vuelve cada vez más ruinoso por no ocuparse de él.
Pueden y deben duplicar y hasta triplicar la circulación de diarios y revistas en una Argentina que está mostrando que puede crecer a buen ritmo en otras industrias, sobre todo en el interior. Solo lo conseguirán con una estrategia común, trabajando juntos editores y canal, en una acción agresiva y contundente para vender cada día más publicaciones: llegar a todos los puntos donde no llegan, enseñar a vender a los canillitas, establecer sistemas de suscripciones que cuenten con ellos, asociarlos a las ventas con premios, realizar promociones con su apoyo, asociarlos a negocios publicitarios, etc.
Aumentar las ventas significará multiplicar las ganancias de los canillitas, pero también la pluralidad informativa y la independencia de los medios, que podrán defender esa pluralidad contra las presiones y la extorsión de los poderes, que no son solos los políticos. Esto es necesario para que haya verdadera libertad de expresión y de prensa, pero también para la democratización definitiva de una Argentina plural.
Sin embargo, en lugar de esta cooperación, corren tiempos de confrontación entre los editores y el canal de distribución y venta. La razón de esta lucha es que la libertad para comercializar periódicos corre peligro debido al pedido de derogación del decreto 1.025 del año 2000 que desreguló la actividad, igualándola al resto de la economía argentina, basada en la libre competencia y en la libertad económica. La venta al público de publicaciones se rigió desde 1945 a 2000 por el decreto ley 29.045/45 que regulaba las paradas e impedía la venta de publicaciones por fuera del sistema territorial instaurado en el decreto ley 29.045/45. El decreto de 1945 establecía, además, privilegios poco republicanos y menos igualitarios para un sindicato que paradójicamente agrupa a pequeños y medianos empresarios que lucran con la venta de periódicos.
Pueden y deben duplicar y hasta triplicar la circulación de diarios y revistas en una Argentina que está mostrando que puede crecer a buen ritmo en otras industrias, sobre todo en el interior. Solo lo conseguirán con una estrategia común, trabajando juntos editores y canal, en una acción agresiva y contundente para vender cada día más publicaciones: llegar a todos los puntos donde no llegan, enseñar a vender a los canillitas, establecer sistemas de suscripciones que cuenten con ellos, asociarlos a las ventas con premios, realizar promociones con su apoyo, asociarlos a negocios publicitarios, etc.
Aumentar las ventas significará multiplicar las ganancias de los canillitas, pero también la pluralidad informativa y la independencia de los medios, que podrán defender esa pluralidad contra las presiones y la extorsión de los poderes, que no son solos los políticos. Esto es necesario para que haya verdadera libertad de expresión y de prensa, pero también para la democratización definitiva de una Argentina plural.
Sin embargo, en lugar de esta cooperación, corren tiempos de confrontación entre los editores y el canal de distribución y venta. La razón de esta lucha es que la libertad para comercializar periódicos corre peligro debido al pedido de derogación del decreto 1.025 del año 2000 que desreguló la actividad, igualándola al resto de la economía argentina, basada en la libre competencia y en la libertad económica. La venta al público de publicaciones se rigió desde 1945 a 2000 por el decreto ley 29.045/45 que regulaba las paradas e impedía la venta de publicaciones por fuera del sistema territorial instaurado en el decreto ley 29.045/45. El decreto de 1945 establecía, además, privilegios poco republicanos y menos igualitarios para un sindicato que paradójicamente agrupa a pequeños y medianos empresarios que lucran con la venta de periódicos.
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