Encontré una de las descripciones más cabales de periodismo en la extensa entrevista de Consuelo Sánchez Vicente a Pedro J. Ramírez -director del diario El Mundo de Madrid-, publicada en 2002 por Planeta en la colección Temas de Hoy con el título El Poder de la Prensa. La autora le pregunta por Julio Fuentes, el periodista de El Mundo asesinado en Afganistán junto con otros tres compañeros el 18 de noviembre de 2001.
Al final de la respuesta Ramírez recalca: "Julio encarnaba la cara más digna de ese poliedro que es la profesión periodística. Era una persona que no buscaba dinero ni honores en el sentido superficial del término, no tenía un sentido digamos misionero o profético de reformador social. Julio era una persona que creía que contar las cosas podía ayudar modesta y limitadamente a cambiarlas, y que siempre tenía la mirada compasiva hacia el individuo que lo estaba pasando mal en los lugares en que él era cronista y testigo de lo que ocurría".
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