"La prensa moderna nació con la democratización política y social. Se ha desarrollado con los estados industrializados y el progreso material y político. Es la razón por la que sigue creciendo en los países en desarrollo cuya democracia o apertura política y social avanza" asegura Juan Varela en su blog, Periodistas 21. Sigue: "En los países del tercer sector, instalados en la revolución digital y de los servicios, la irrupción de nuevas tecnologías ha permitido a muchos ciudadanos amplificar su voz para llegar a una audiencia en teoría infinita. Es el fin de la comunicación de masas y la aparición de un mercado infinito de nichos. La crisis de la autoridad, de la credibilidad y de la mediación son el eje del crack de la prensa tradicional"
Estamos ante un cambio cultural tan revolucionario como el que produjo la imprenta de tipos móviles de Gutenberg. El mundo se abre a una nueva forma de poder, aunque no sepamos ni cómo será. En no mucho tiempo las democracias occidentales serán lo que para nosostros son los tres mosqueteros. Hoy la circulación de diarios avanza donde avanza el progreso: en China. Los diarios nacen acompañando los grandes cambios políticos y sociales. El País de Madrid es el caso más cercano y más paradigmático, pero hay muchos más.
¿Quien ha matado a los diarios? se preguntó, como un hecho consumado, The Economist del 26 de agosto. Y contesta: la tecnología, la estructura del negocio, la gratuidad de la información, el acceso universal a las fuentes.
Pero los diarios no están muertos. La gratuidad no es una novedad en la industria ni en el periodismo. La información es así porque que no se consume con su uso: lo sabe el último lector de ojito del metro de cualquier ciudad. Que los diarios viven de la publicidad no es tampoco una novedad.
Pero sigue Varela: "Es necesaria una nueva prensa. Los editores, ejecutivos y profesionales están obligados a cambiar la estructura del periodismo y del negocio para sobrevivir y medrar en el nuevo ecosistema de la información y los medios. El futuro es digital, móvil, audiovisual... pero también, y sobre todo, mucho más crítico y disperso. Mercado de nichos, no de gran consumo. Ese debe ser el eje del cambio de economía de la prensa de papel. El cambio informativo obliga a abrirse a la participación y la interactividad de los ciudadanos. No solo oir su voz, sino integrar sus criterios y aportaciones en la propia información. Ahora se llama periodismo de fuente abierta, pero el buen periodismo de siempre, el que se hundía en el debate público para encontrar la información allá donde estuviera y buscaba la verdad práctica con los ojos de su público. Solo eso ¡Y qué difícil es!"
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