Chiche Gelblung escribe una columna en Noticias del 4 de noviembre: “Ámbito es Ramos”. Acompaña una nota sobre la enfermedad de Julio Ramos y el futuro del diario Ámbito Financiero, que él fundó. Gelblung no se imagina Ámbito Financiero sin Julio Ramos, y lo compara con Crítica, que no sobrevivió sin Natalio Botana. Debe haber otros muchos ejemplos de diarios que no han sobrevivido a sus fundadores, lo que pasa es que no los conocemos por eso mismo.
Es la confirmación de que los diarios son de sangre y fuego, pero también atrae la atención sobre el código genético de los diarios. Porque a la vez que muchos mueren, hay diarios que han sobrevivido por generaciones a sus fundadores y han sido capaces de mantener la sangre y el fuego que les imprimió su primer director. Otros, en cambio, como La Prensa o La Razón de Buenos Aires, pierden la sangre y el fuego cuando pierden a su fundador. Quedan lánguidos, moribundos. Y ocurre cuando se muere o falta el fundador, o cuando alguna generación pierde el fuego. Los diarios viejos mueren muy despacio. Los jóvenes, en cambio, de muerte súbita.
La cuestión del código genético se puede aplicar a cualquier institución, pero sobre todo a las ideológicas: las que viven de las ideas. Un país, una universidad o un medio de comunicación, se parecen mucho. Sus fundadores crearon pichones de águilas o de cotorras y hoy son precisamente eso.
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