Ditto Device, Ditto Device, Ditto Device, Ditto Device, así, como una monserga, describe Marshall Mcluhan a los medios gráficos en The Medium is the Massage. Son artefactos de repetir.
La radio es ditto device, la televisión es ditto device, el teatro es ditto device, y sobre todo los diarios son ditto device. Los programas se repiten, a la misma hora, con la misma cortina y las mismas rutinas. Las obras de teatro y las películas se repiten hasta el infinito. Pero lo que más se repite es el modelo documental: basta con oir el ruido de las rotativas en el taller de cualquier imprenta, que es el más perfecto artefacto de repetición. Pero eso no es nada comparado con la verdadera repetición de los diarios: la realidad distinta y cambiante de cada día metida en las mismas páginas, las mismas secciones, las mismas firmas, a la misma hora, en la misma mesa...
Los diarios son repetición hasta que los cambiamos por la sobrecarga o el aburrimiento. Pero cuando cambiamos, nos vamos a otra repetición. Buscamos lo que nos gusta que nos digan y rechazamos lo que no nos gusta. Vamos a las secciones fijas y columnas preferidas más que a la nota de tapa. Leemos lo previsible más que lo imprevisto. Nos molesta el cambio: así somos los seres humanos.
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