No es lo mismo informar que hacer periodismo. El informador dice lo que pasó. El periodista produce hechos con la verdad. Se puede informar sobre el resultado de un partido de fútbol, la cantidad de muertos y heridos en un atentado o la temperatura que hizo ayer en la ciudad. Para eso no hace falta más que un data entry, una especie que sobrevive con salud envidiable en todas las redacciones. El periodista, en cambio, manipula la realidad hasta convertirla en verdad o mentira.
Y la verdad -que es una relación entre los hechos y los dichos- tiene la virtud de cambiar la realidad futura, como la verdad de las religiones tienen la fuerza de convertir a los que la aceptan. Los lectores siguen la verdad y rechazan la mentira: por eso compran o dejan de comprar los diarios. Decía un viejo periodista de La Nación de Buenos Aires que el periodismo es un sacerdocio: quizá se refería a esta condición evangelizadora de la profesión.
Los medios sirven al periodisimo y a la información, igual que al entretenimiento y a la publicidad. El periodista está al servicio de la verdad y no de la realidad, que es algo bien distinto. Pero es determinante en su trabajo su capacidad de acercarse a la realidad para conseguir la verdad. El que lo hace con más pasión es el mejor, como les pasa a los artistas. Los periodistas hacen cosas con la verdad: crea nuevas realidades. La información, en cambio, se queda en la propia realidad que representa. Sirve a los lectores, pero solo porque produce en ellos la incorporación de datos a su conocimiento.
Los diarios son una industria. El periodismo es una profesión (y una enfermedad) que produce hechos. La información es un contenido y la comunicación un fenómeno.
Informar es producir hechos en Paper Papers, 12/10/06
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