Los que cometen errores en los diarios son siempre los que trabajan. Más errores cometen los que más trabajan. Y los que no trabajan no cometen nunca errores. Es así de sencillo. Por eso es muy difícil sancionar a los periodistas por sus equivocaciones. Debería perseguirse a los que no los cometen, pero ellos no dejan pruebas de su vagancia.
Es como el cura que sermonea a los que van a misa, que si ya están allí es porque están convencidos. Los que no van se libran de sus diatribas, cuando seguramente son los más necesitados de sus consejos y también de sus amenazas.
Los errores que no se ven, en Paper Papers, 24/2/07
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