En la Argentina se libra una pelea sorda entre los repartidores de diarios y las empresas editoras cada Viernes Santo. Mientras muchos periódicos quieren salir ese día, el Sindicato de Canillitas porfía que no. Pero no en todos los sitios es igual, ya que en cada caso depende de los acuerdos de las empresas con el sindicato y sobre todo de las buenas o malas relaciones políticas y hasta ideológicas de los dueños de los periódicos con los capangas gremiales: el Viernes Santo se ha convertido en una pulseada para ver quién tiene más poder.
Los canillitas son pequeños empresarios que tienen paradas zonificadas de modo que nadie que no sea el propietario de la parada puede vender ninguna publicación dentro de su jurisdicción, ni siquiera la empresa editora. Esas paradas son manejadas por el sindicato con procedimientos mafiosos, amparados por una ley injusta y antirepublicana (protege la sucesión de las paradas hasta el quinto grado de consanguinidad).
Hoy en muchos lugares de la Argentina habrá otra batalla por la libertad de comercio, pero sobre todo por la libertad de difundir ideas sin cortapisas. La guerra seguirá mientras las empresas editoras no se unan con una estrategia común para enfrentar esta injusticia. Unas pactan con el sindicato y otras se pelean, y las que pactaron hoy se pelean mañana. La desunión y la incohrenecia pone a la industria a merced de una mafia con forma de sindicato. Todavía en la Argentina las empresas editoras no pueden decidir el precio de portada, ni los lugraes de venta, ni llegar hasta sus clientes para conocerlos, ni realizar promociones, ni contratar suscripciones... Mientras, los que defienden la libertad de prensa miran para otro lado.
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