Es difícil explicarlo en el mundo dominado por la idea racionalista y napoleónica de universidad: una fábrica de profesionales al servicio de las necesidades de la sociedad. Por eso en el sur de Europa y en toda Iberoamérica se promocionan las carreras por su salida laboral, se enseña a hacer cosas súper útiles, hay título hasta de azafata y las carreras se articulan según incumbencias. Está reflejado en la revista de ADEPA de este otoño austral (número 230): "¿Y ahora qué?" se pregunta en la portada, y muestra la desproporción entre los números de graduados en periodismo o comunicación y la demanda de la industria.
Al inscribir la carrera de Comunicación de la Universidad Austral, en el año 1991, el Ministerio de Educación de la Argentina exigía las incumbencias de los graduados. Había que presentar un documento con la lista de las posibles ocupaciones de los futuros graduados. Pretendían que estableciéramos a qué habilitaba, y a qué no, nuestro título de licenciado y advertían que no podrían ejercer aquellas ocupaciones que no incluyéramos en ese elenco absurdo. Intenté poner entre las ocupaciones lo que siempre consideré industrias relacionadas con la comunicación: el turismo, la gastronomía y la hospitalidad. También insistí con la diplomacia, la política y los deportes. Además quise incluir -con un poco de ironía- tareas como conducir vehículos, nadar en el mar o en los ríos, cosechar cereales, subir montañas, andar en bicicleta, comer milanesas y una larga lista de incumbencias. A ver si no se las dejaran ejercer por no haberlas previsto en ese momento.
Es un error napoleónico confundir carrera y profesión. Los países angosajones, que conservaron el concepto de la universidad medieval, solo enseñan a pensar a los estudiantes. Se cortarían las venas antes de enseñar algo útil o relacionado con hacer cosas. Las profesiones son cosa de las asociaciones profesionales y no de las universidades.
El periodismo es una profesión, un arte u oficio, para gente que ha estudiado lo que quiera, en una universidad, en una escuela, en la redacción o por su cuenta. Es absurdo establecer la necesiadad de un título universitario como condición para ejercer el periodismo, como ocurre en Chile y en otros países. Pero además es un reflejo despótico, más orientado a controlar a los periodistas que a dejarlos actuar con libertad. El periodismo no se estudia, se practica. Pero eso no quiere decir que los periodistas sean unos burros: los buenos periodistas saben mucho y de todo, a pesar de lo que dicen sus detractores.
El periodismo es un oficio, en Paper Papers, 26/4/07
Quiés es un periodista, en Paper Papers, 27/11/05
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