El diario es un medio urbano y cada periódico pertence a una ciudad. En Estados Unidos llevan el nombre de la ciudad en el cabezote o bandera; no lo hacemos así en otros lugares, pero no sería mala idea.
Los destinos de las ciudades van parejos con los de sus diarios, o al revés, siguen los diarios el progreso o la decadencia de sus ciudades. La crisis de Los Ángeles, abandonada a su suerte y a los homeless, casi se lleva al Times, estrangulado por los diarios de los condados de la periferia, como el Register de Orange, el Sun y el News de San Bernardino. También el Examiner y el Chronicle de San Francisco son estrangulados en su península por el Mercury News de San José. Esos diarios, y otros, intentan llegar a las periferias con ediciones locales, pero contra el diario del lugar no hay nada que hacer. Otra vez los transatlánticos viraron tarde y lento: les ganan las canoas.
¿Cómo cubrir el centro de las ciudades donde no pasa nada? Los diarios son del lugar donde vive la gente, donde tiene sus afectos y donde quiere que los protejan y los ayuden a vivir. Allí compran y venden. Van al colegio y hacen deporte. Allí nacen y mueren.
Es un desafío descomunal de los diarios antiguos de las grandes ciudades. Deben ser locales en las inmensas periferias donde viven millones de personas. O corren el riesgo de ser ahogados por quienes se animen a cubrir esas ciudades nuevas mientras ellos se quedan en el centro burocrático, deshabitado y muerto de sus viejas urbes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario