Todos los pabellones del cementerio de Pisco, en el Perú, fueron destruidos por el terremoto del 15 de agosto. Todos menos uno: en el que está enterrada Sarah Hellen, una bruja inglesa que antes de ser ajusticiada en 1893 prometió que resucitaría 100 años después para vengarse de los habitantes de Blackburn, en Lancanshire. Por las dudas los ingleses se desprendieron del cadáver de la bruja como de un residuo radioactivo: lo metieron en un barco que se libró de la caja maldita en el Perú. Al final recaló en un nicho del séptimo nivel del camposanto de Pisco. En 1993 los pisqueños la esperaron con crucifijos y machetes, preocupados por que al despertar la bruja confundiera a Pisco con Blackburn. Hellen no despertó. Tampoco la sacó de su tumba el terremoto, pero ahora fue por un milagro, según parece. Hace tiempo que alguien deja flores frescas todos los días en el nicho de Sarah Hellen que va a teniendo fama de santa y empieza a colecionar exvotos agradecidos.
Con menos que esto García Márquez escribió Del amor y otros demonios en 1994, nacido en una de sus primeras coberturas periodísticas en el diario El Universal de Cartagena, cuando retiraban a los muertos enterrados en el convento de Santa Clara que se convertía en hotel de cinco estrellas. Es así: un periodista descubre la historia de Romeo y Julieta donde los simples mortales encuentran un suicidio pasional. El buen periodismo siempre seduce con el atractivo de las historias cercanas y profundas. Los diarios son el soporte ideal de esas historias.
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