Las verdades molestan y los que abusan del poder prefieren no escucharlas porque para ellos lo malo no es la corrupción, sino que alguien la denuncie. Por eso el gobierno de Misiones se hace el avestruz y prohíbe leer El Territorio a los funcionarios pero solo ha conseguido que se lea más. Lo mismo consigue ahora con las declaraciones irresponsables y fascistas de Eduardo Torres y Jorge Franco, que confesaron ayer, entre otras sutilezas de aprendices de brujo, que espían e intimidan a los periodistas de El Territorio. Además los acusaron impunemente de organizar la quema de las iglesias del año pasado y les echaron la culpa anticipada por cualquier acontecimiento de violencia que pueda ocurrir. Más todavía: los discriminaron, ya que según ellos no tienen derechos civiles como el de participar en una convención constituyente.
A los autoritarios que siguen en su retranca a pesar del mensaje contundente de su pueblo, les molesta que El Territorio diga la verdad. Pero sobre todo les indigna que no sea un medio alcahuete y obsecuente como los que mantienen con el dinero del pueblo. Y les espanta la credibilidad de El Territorio: su honestidad y su lucha por la libertad, la democracia y la independencia de la justicia para todo el pueblo de Misiones. Cuando nadie se acuerde de estos autoritarios que ahora se asustan por el miedo a pudrirse en la cárcel, El Territorio va a seguir denunciando a los ladrones, los inmorales, los mentirosos y los corruptos, los mismos que ahora se revuelcan en los miasmas de su propia necedad.
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