Si alguien me pregunta por el ejercicio de la libertad de prensa en la Argentina debo contestar convencido que no conozco una situación mejor para esa libertad en la República.
En el diario este año que pasó hemos publicado lo que hemos querido sin las cortapisas ni las presiones habituales del poder en épocas en las que había cierto pacto de no agresión: entonces ellos ponían publicidad y nosotros nos cuidábamos de no criticarlos mucho, pero esa relación se tensaba todos los días. Cada vez las presiones del poder llegaban más abajo y el ejercicio de la libertad se volvía más complicado.
Cuando en mayo de 2006 el diario se opuso terminante al avasallamiento del poder judicial por parte del ejecutivo y luego al proyecto vitalicio del gobernador, las cosas cambiaron: entonces empezó la mejor época para la libertad de prensa de la que tenga memoria. Hemos publicado siempre lo que quisimos, con una fuerza y contundencia inusuales, en defensa del sistema democrático y republicano en la provincia. Pero además el diario produjo hechos que el pueblo misionero recordará para siempre. Para colmo ganamos esa batalla, que hubiera valido la pena pelear aunque se perdiera. Esto significó para El Territorio perder la publicidad de la provincia y de otras entidades, pagadas con fondos públicos, que el gobierno maneja a su antojo. El resto de las empresas vinculadas patrimonialmente a El Territorio también perdieron, injusta e ilegalmente, sus contratos con la provincia. El diario debió redimensionarse en su redacción y en sus insumos, pero creció en su circulación.
Perdimos negocios y debimos cerrar dos empresas, pero nunca perdimos la libertad ni la dignidad que antes sí extrañábamos.
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