Las afirmaciones de la futura presidente argentina sobre su relación con la prensa me hicieron acordar al calificativo de canalla que aplican a la prensa los totalitarios. No son ellos los que provocan los hechos, es la prensa canalla la que los ataca y desprestigia. La prensa canalla es como el cipayo vernáculo de mi época de estudiante en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires: al que molesta se le pone el mote y ya está. En Misiones el gobierno llama prensa opositora a la que es independiente y tiene criterio y credibilidad. Con eso admite que el resto de la prensa es oficialista.
El mismo negocio del periodismo supone la crítica, la defensa de ciertas ideas y de las libertades de los ciudadanos. Por eso también, pero especialmente por eso, los lectores compran y leen diarios. Siempre me ha parecido paradójico que la gente quiera oir la voz que les dice lo que les gusta, lo que ya saben que les van a decir y lo que los confirma en su pensamiento. Hasta es uno de los secretos de los consultores.
En cambio, decir lo que el gobierno quiere es el peor negocio para un diario.
Autoritarismo cavernario, en Paper Papers, 10/6/07
La furia del gobernador, en Paper Papers, 9/6/07
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