Hoy El Territorio recibió el premio a la Libertad de Prensa de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA), auspiciado por el diario Clarín.
Ludwig Wittgestein decía que las palabras son acciones. También lo sostenía Jacobo Timermman, el valiente periodista argentino perseguido y torturado durante el gobierno militar. En 2006 lo comprobamos en Misiones: los periodistas provocamos hechos con nuestra profesión. No fuimos atrás de lo que ocurría para relatarlo con asepsia, a pesar de la intención de muchos políticos y funcionarios que usan a los que confunden esta profesión de luchadores indomables con la de los concubinos del poder. El Territorio tiene en su código genético el germen combativo y poético de su fundador, Sesostris Olmedo. Y ese gen se levanta siempre para enarbolar las banderas de la libertad y la democracia cuando están en juego en la provincia.
El Territorio denunció el despotismo del gobierno de Misiones que pretendía convertir al Poder Judicial en un apéndice del Ejecutivo. Entonces ni sospechaba que, además, el gobernador tenía pretensiones vitalicias. Los propietarios del diario jugaron su patrimonio personal en defensa de los principios democráticos y republicanos en la provincia. Dos empresas del grupo debieron reducirse a la mínima expresión por los embates injustos e ilegales del gobierno. El diario perdió la publicidad oficial y de varios anunciantes que fueron apretadas por el poder: tuvo que reducir su paginación y su personal para equilibrar sus finanzas. Los lectores respondieron siempre y el diario creció en circulación, pero sobre todo se convirtió en actor principal de la lucha del pueblo misionero contra los abusos del poder.
Los desvelos de El Territorio por defender su libertad y la de todos los ciudadanos de Misiones y de la Argentina están reflejados en cada página de cada día. En junio del año pasado el diario empezó a publicar editoriales encendidos y rotundos. Todos empezaban en la tapa, con títulos rojos, y continuaban en la contratapa o en la página de opinión. Aparecían generalmente los domingos, ante los hechos más salientes de la semana. Quince de ellos fueron presentados para el premio de ADEPA: apenas una muestra de la pelea de un diario por la libertad, también la de expresión.
No es lo mismo informar que hacer periodismo. El informador dice lo que pasó. El periodista produce hechos con la verdad. Se puede informar sobre el resultado de un partido de fútbol, la cantidad de muertos y heridos en un atentado o la temperatura que hizo ayer en la ciudad. Para eso no hace falta más que un grabador. El periodista, en cambio, manipula la realidad hasta convertirla en verdad o mentira. Y la verdad tiene la virtud de cambiar la realidad futura, como la verdad de las religiones tienen la fuerza de convertir a los que la aceptan. Los lectores siguen la verdad y rechazan la mentira: por eso compran o dejan de comprar los diarios.
El periodista está al servicio de la verdad y no de la realidad. Pero es determinante en su trabajo su capacidad de acercarse a la realidad para conseguir la verdad. El que lo hace con más pasión es el mejor. Ojalá este premio al diario El Territorio sirva para alentar el esfuerzo escondido de los periodistas anónimos que trabajan por la verdad, con pasión y con esperanza, en los rincones de todas las redacciones de la Argentina.
Las palabras son acciones, en Paper Papers, 28/5/07
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