Copio una información que llegó al diario en los primeros días del año:
El arzobispo de México, cardenal Norberto Rivera, denunció los excesos de algunos periodistas, gente que "mata la dignidad, el buen nombre de las personas" sin importarles si son inocentes o no y que además "no matan el cuerpo del hombre, pero es una víbora que mata la fama de los demás". En su homilía de la Misa celebrada por Navidad en el penal femenino de Santa Marta, el Purpurado se refirió a estos malos periodistas que no buscan la verdad y en cambio van tras el provecho económico a costa de generar escándalos, como "verdaderas prostitutas, verdaderos prostitutos de la comunicación" para quienes "no hay más justicia que la que ellos dictan". "Con su sentencia ellos juzgan y condenan", lamentó el cardenal Rivera. Al final de su visita y en declaraciones a la prensa, el arzobispo mexicano precisó que no se puede generalizar sus palabras para todos los periodistas, "de igual forma que cuando se acusa a los sacerdotes de algunas actividades ilícitas no se puede decir que todos son iguales", explicó.
Los periodistas estamos acostumbrados a generalizaciones como la del Cardenal Rivera (reconocida por él mismo) Siempre que las oigo -las dicen sin empachos en presencia de las víctimas- paso a hacerlas sobre la profesión que involucra al que lo dice: se pone como una serpiente de cascabel.
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