Es mucho más difícil encontrar un verdadero periodista que un abogado, un policía o un peluquero. Sin embargo cualquiera dice que es periodista y lo aceptamos como si nada. Ocurre mucho con los que mandan cartas o colaboraciones al diario. Fulano de Tal, periodista. A veces ponen, además, otros títulos: Maestro y Periodista; Albañil y Periodista...
Para llamarse abogado, maestro o ingeniero hace falta un título: una cartulina que lo certifique. Para ser periodista hay que tener fuego en el alma. Por eso creo que no debería usarse al periodismo como título ni aunque uno lo fuera por trabajar en un medio. Y los periódicos debrían ser súper restrictivos con esto. El título académido de periodista es tan absurdo como el de artista, político o amante latino (recuerdo que en la película Operación San Genaro un napolitano le entrega a Senta Berger una tarjeta con su nombre y latin lover como todo título). En la firma de esas cartas o notas debería ponerse: Fulano de Tal, Conductor del Programa Mates Mañaneros por TL4. Mengano de Cual, Redactor de La Tarde de Neuquén.
¿Será por este abuso del título que tanta gente denosta a los periodistas? Ahora descubro que, en realidad, los detractores hablan pestes de los falsos periodistas.
Contra los periodistas, en Paper Papers, 21/1/08
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