Los ataques a la prensa de la presidente -y del gobierno en general- no han sido nada comparado con la noticia de la que dan cuenta los diarios hoy: el intento de acusar a los medios de discriminación con sus informaciones.
Pretenden aplicar a los medios argentinos la ley antidiscriminación, basados en el derecho a la información. Quien decidirá si algún medio discrimina será el Observatorio de la discriminación en Radio y Televisión, integrado por el COMFER, el Instituto contra la Discriminación y el Consejo de la Mujer (reparticiones públicas dependientes de la presidencia de la nación). Ahora han invitado a sumarse al observatorio a las Facultad de Ciencias Sociales de la de la Universidad de Buenos Aires y a otras universidades públicas. La asistencia del decano y vicedecano de la facultad de comunicación de la UBA es suficiente muestra de la escasa independencia ideológica de ¡una facultad!
Pero todavía más grave es que en nombre de la libertad y de la pluralidad, una facultad se alce para juzgar los contenidos de los medios y acusarlos de discriminadores. Ayer mismo lo hizo al asegurar que durante el paro agropecuario, algunos medios "lejos de importar afirmaciones de hechos o apreciaciones opinables, llenan de vergüenza e indignación por sus contenidos clasistas y racistas y por la supina ignorancia que revelan".
La presidente y muchos de sus funcionarios y seguidores son fascistas: odian la independencia de los medios y libertad de los ciudadanos y odian las críticas. Y hay facultades que se construyen sobre el odio al mismo objeto que estudian...
La noticia en La Nación y en Página 12. Y la interesante columna de Graciela Mochkofsky en Perfil.