El domingo 25, 198º aniversario de la Revolución de Mayo, el sector rural argentino realizó una gran manifestación en contra de la política agropecuaria del gobierno. La presidente y sus funcionarios, en lugar de asistir al acostumbrado acto protocolar en Buenos Aires (tedéum y desfile), intentaron una contramanifestación clientelista en Salta. El contraste fue brutal: el gobierno arrinconado en su anorexia y el país levantado en rebeldía. Las entidades del agro tienen la iniciativa mientras el gobierno se defiende a los manotazos.
El problema del gobierno argentino es como el de algunos medios: su credibilidad perdida. Anoche todos los canales de televisión comentaban las consecuencias de los actos del domingo. Por un lado aparecieron los dirigentes rurales rodeados de la nube de periodistas y por otro el ministro Jefe de Gabinete hablando para un periodista ajá en un canal proveedor del gobierno. Nadie le cree ni una palabra por más que se desgañite. Diga lo que diga, si lo dice de ese modo, es mentira.
Vale la pena el artículo de Hans Küng que publica hoy La Nación de Buenos Aires: Ni siquiera un buen fin justifica que los políticos mientan.
La otra pelea, en Paper Papers, 7/5/08