Lo más difícil de la convergencia es cambiar las rutinas de los periodistas a un sistema que permita aprovechar su trabajo (el mismo trabajo de siempre) según una nueva cultura bastante sencilla. No se trata de tener unos periodistas para la web y otros para el diario... o sí: esa no es la cuestión. Se trata de que todos hagan todo y que los jefes decidan qué se da y cómo en cada soporte.
La agenda, la sorpresa y los buenos textos mandan en el diario. La inmediatez actualizada en internet. Esto no quiere decir que todos los medios o soportes cubran e informen sobre los mismos temas, como si fueran commodities. Como siempre, la diferencia (y el éxito o el fracaso) está en la agenda y ésta en la capacidad de los jefes para discernir qué va en cada soporte. No hacerlo así lleva a la sobrecarga y el aburrimiento: dos males mortales para cualquier relación, también para la del público con su periódico.
Siempre fue una habilidad de los buenos editores conocer los lenguajes del periódico y las apetencias y necesidades del público.