Lo del sábado no fue ni rueda ni conferencia de prensa. Fue un discurso -con otro escenario y en capítulos- de Cristina Kirchner. No contestó: aprovechaba el tema de la pregunta para afirmar su discurso sobre ese tema. Con la misma petulancia de siempre nos dijo a todos que no piensa cambiar nada de un gobierno cuya imagen y popularidad se cae a pedazos. No mostró ni inteligencia ni seducción.
Pero los periodistas tampoco lo hicieron. Se prestaron a ese juego y compitieron para ver quién le hacía la pregunta más perspicaz o conseguía al menos una respuesta. FOPEA (el Foro de Periodismo Argentino) aboga por las ruedas de prensa y se congratula porque por fin hubo una, que, por cierto, no es la primera desde 1999, como dijo cínicamente Cristina Kirchner. Pareciera que, igual que los funcionarios, tampoco ellos está muy acostumbrados a este tipo de reuniones.
Me acordé una vez más de las ruedas de prensa de la Comisión Europea en Bruselas, a las que asistí durante los años 1990 y 1991. Se informaba a los periodistas, no al público. Por eso el diálogo de los voceros con los periodistas era franco o tirante, pero sin golpes bajos y con un respeto absoluto, incluso de las informaciones de background y hasta los en off. Parte de la historia está contada en un post de hace un año:
Las ruedas de prensa, en Paper Papers, 6/8/07
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