El caso del ABC de Asunción relatado en el post anterior es paradigmático si se lo compara con las relaciones del poder y la prensa en la Argentina.
El jueves pasado asistió el Jefe de Gabinete de ministros del gobierno argentino a la cena mensual de ADEPA (la asociación de editores de periódicos). En ella Lauro Laiño, el presidente de la entidad, expresó que "ojalá podamos repetir nuestros encuentros en la mesa cordial que hoy nos concita y en la más adusta de la Casa Rosada, a la que esperamos llegar para algo más que una circunstancial fotografía de complacencia. No iremos en busca de concesiones gratuitas sino con la promesa solemne de procurar entendernos mejor, para servir a las instituciones y a la ciudadanía, necesitada como nunca de la retrocomunicación con los gobernantes, sin aislamientos, con espíritu superador de algún desencuentro y la vocación afirmada en el audaz juramento de ser útiles".
Demasiado acostumbrados están los editores argentinos a arreglar con el poder lo que haga falta. Ojalá les sirva la lección de sus hermanos del Paraguay.
No hay comentarios:
Publicar un comentario