Por sorpresa, una gobernadora poco conocida –Sarah Palin (pei-lin)– de un estado lejano, Alaska, pasa a ser candidata a la vicepresidencia de los EEUU. Si su ticket es elegido, tiene la presidencia a un latido de distancia, como dicen acá.
La gente tiene derecho a saber sobre ella lo necesario para tomar una decisión al respecto. Y ahí va: los grandes medios envían a sus mejores tropas a Alaska para conocer su carácter, qué y cómo piensa, qué ha hecho… Lógico.
El escrutinio a que han sometido a esta mujer es de no creer. Han levantado todas las alfombras posibles. Un trabajo de titanes. Sólo el NYT ha destacado al menos diez reporteros a Alaska. Y no son pasantes: hasta Maureen Dowd firma su columna desde allí esta semana.
Ya me gustaría que los diarios de otros países obraran así –y que pudieran hacerlo. Aquí, en EEUU, sí se puede. No es poco. Además, también quieren –que aún es más.
He tomado la cobertura sobre la señora Palin porque me parece un caso elocuente de lo que no me gusta del actual NYT. Ya me resigno a que me llamen palinita o cosas peores, pero que quede claro: preferiría tener una discusión profesional, de esas con argumentos de sustancia.
Así lo veo, amigos:
—Omisiones y sospecha. Se omiten o se presentan como sospechosos hechos que podrían ser descritos neutralmente [o también] como "esforzados": su revuelta contra la corrupción en el Partido Republicano en Alaska; la eliminación de gastos suntuarios del gobierno estatal; o tener cinco hijos, el último con síndrome de Down. ¿Por qué esos hechos se omiten o se ningunean? Comparen el primer perfil de la señora Palin que publicó el megarrepublicano WSJ (al menos no lo ocultan) y el NYT.
—Negativismo continuo. No es creíble que la vida pública (o privada) de Palin (ni de nadie) no contenga ni un solo episodio positivo. De otro modo: ¿todo episodio en la vida de Sarah Palin es negativo, sospechoso y poco claro? Por ejemplo, estuvo a favor del "puente a ninguna parte" y luego rectificó y se opuso –meses antes de conocer su designación vicepresidencial. ¿El hecho de rectificar está bien o está mal? Pues nada: dale que dale con que estuvo a favor, estuvo a favor, estuvo a favor… ¿Son esos todos los hechos o sólo los que convienen a un punto de vista previamente adoptado que el NYT quiere que usted también adopte? Miren aquí y aquí, por ejemplo y comparen aquí (sólo hechos, la opinión no) o aquí. Un ejemplo del trato dado a Obama en el NYT, aquí.
—Juicio de intenciones sistemático. Palin es una mujer devota, practicante, piadosa, you name it. Y se da por malo o dudoso que actúe según sus creencias o su conciencia. Clinton, Roosevelt, Lincoln, Adams ¿obraron contra sus creencias? ¿O quizá alguien con conciencia Palin no puede ser elegido (en 2006, a los ciudadanos de Alaska eso les importó una higa y al Times también)? ¿Es el NYT el árbitro de las creencias que pueden ser elegidas o no? La cobertura da la impresión de estar construida sobre el argumento de que Palin supeditará su acción de gobierno a sus creencias y las impondrá a los gobernados. Hechos: en los discursos de la Palin no he descubierto aún referencias religiosas o de valores que contrasten con las que hace Obama, por ejemplo. Referencias políticas, muchas, eso sí. En fin: el diario ha sido incapaz de encontrar algún hecho de su vida pública que acredite aquél juicio –se ve que es un prejuicio. Ni ella, ni sus amigos, ni los pastores de su iglesia han querido explicar nada sobre su vida religiosa. A nadie. Entonces se insinúa: ¿es que tiene algo que ocultar? Bravo. Lo que faltaba. Este artículo es la mejor demostración de lo que digo. Recuerda el calvario que pasó Kennedy para quitarse de encima ese mismo sambenito en la campaña de 1960 y que tan bien describe Teodore H. White en The Making of the President.
—Obsesión por la religiosidad de Palin. Uno se pregunta si será miedo, tal es la insistencia con que se maneja el argumento. El objetivo del escrutinio era informar "qué cree [Palin] y si sus creencias interfieren o no con su ejercicio público en Alaska", según el NYT. ¿Cuántos hechos se aportan al respecto? Ninguno. ¿Entonces, qué objetivo tiene llenar columnas y columnas de nada o de apariencia de algo? ¿O lo tiene pero no es el que han prometido?
Tengo la impresión de que en el NYT reportean y editan –antes y después– con intención de dar razón a sus prejuicios y no con voluntad de ofrecer los hechos acreditados, referenciados y atribuidos para que cada cual se forme su propio juicio.
Más ejemplos: McCain levantó la educación como asuto de campaña en la Convención. Pocos días después, en una serie, por lo demás magnífica, el Times dedica 3/4 de página a la postura de Obama sobre el tema y el resto de la página a un aviso de 1/4 x 3 cols y las 3 cols restantes… a la postura de McCain.
No cuestiono la capacidad de trabajo del Times, cuestiono el juicio de los editores. No cuestiono que un diario tenga línea, cuestiono que pretenda ocultarla haciéndola pasar por información y cuestiono que la línea sea el árbitro de la realidad (que la realidad no te estropee ni un buen titular ni un buen prejuicio). No cuestiono la verdad de los hechos que reportan, digo que faltan unos cuantos, que sobran interpretaciones y ganas de decir a la gente cómo debe pensar. Pongo de relieve la soberbia de este diario –o, si lo prefieren, que su profesionalidad debe mejorar.
De algunas de estas cosas, el diario se defiende aquí. Para que no digan.
Continuará un día de estos con un post sobre la sección de Opinión. Y otro sobre las maravillosas maravillas que aún pueden leerse en el NYT, que son muchas y muy buenas.
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Go Tabloid, Baby; Go Tabloid en Paper Papers 06/9/08
El NYT se hace el harakiri en Paper Papers 05/9/08
Marca de noticias o periódico en Paper Papers 04/9/08
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Primeros rumores de venta del NYT en Paper Papers 31/3/08
1 comentario:
Brillante blog, aunque sea largo. Por fin alguien pone los puntos sobre las íes al mal llamado peridosismo "objetivo e independiente". No lo hay: hay periodismo honesto (decir quien soy y por que digo esto) o periodismo altanero (prtendo ser lo que no soy).
ASí me gusta señores de Paper Papers.
Tricolor de corazón
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