Cuando alguien ataca a los homosexuales, me gusta defenderlos y sentirme uno de ellos y hasta les digo (a los que los atacan) que son homosexuales ocultos, reprimidos, y que deberían salir del placard de una vez. Cuando atacan a los judíos sacó mi sangre toledana y les digo que yo también lo soy: judío y moro y cristiano. Cuando atacan a los negros me pongo negro y cuando se meten con los indígenas me pinto la cara. Soy inmigrante y homeless donde toque. Me pongo siempre del lado de los débiles y lo atribuyo a la genética de periodista. Un psicólogo lo debería estudiar porque resulta que hasta en los deportes me gusta perder para darle una alegría a mi contrincante. Y me revientan los que, cuando ganan, cargan al perdedor toda la semana.
Ahora me he vuelto monárquico.
No es que haya que pensar como Sofía, la reina de España, o contra ella. Ni igual ni distinto. La libertad de expresión en España consiste en pensar como Arsenio Escolar, solo como Arsenio Escolar y nada más que como Arsenio Escolar. Tiranía antediluviana del pensamiento único. Guantánamo rabioso de las ideas. Me dan unas ganas locas de quedarme feliz donde pienso lo que se me da la gana y hago y digo lo que quiero. ¡Como un rey!
Y se que dentro de unos días me volveré arsénico.
2 comentarios:
a ver qué te parece este: http://www.guerraeterna.com/archives/2008/11/aquellos_monarq.html
Es la vuelta del periodismo a la época de las cavernas...
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