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Una enferma terminal de 13 años gana la batalla para morir dignamente.
La británica Hannah Jones ha persuadido a un hospital que quería forzarla a someterse a un trasplante de corazón.
No hay muerte indigna porque todas las personas son dignas. Nadie te da permiso para morir. Gana la batalla implica que hubo severa pelea, largo litigio –no los hubo.
¿Es que no releen sus titulares? ¿No les da miedo hacer el ridículo?
El País, además, recupera tarde el tema aquí y aprovecha para promover su particular agenda de intereses y mezcla churras con merinas, frivolizando el asunto con cositas como la encuesta que pego en este post.
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Y faltaron cosas. Por ejemplo preguntar por qué el médico insiste en un trasplante con una posibilidad de fracaso del 90%, por qué continúa con la bata puesta tras aplicar a la niña un tratamiento que destruyó su corazón. Y dejar de tratar a los padres como comparsas. Tal vez estamos muy ocupados promoviendo la eutanasia y no tenemos tiempo para la información.
[Voy con retraso, pero me revienta esta actitud tirana de decirnos qué pensar. Tenía que decirlo. ¿Qué tal este lema: "Léalo después en Paperpapers"? Complementa al clásico "Léalo antes en Paperpapers"]
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