El nuevo presidente de la Federación Nacional de la Prensa de Francia, la patronal, se llama Metternich, Alain Metternich. Y de sus primeras propuestas para superar la crisis del sector se deduce que no está a la altura. El original, Klemens Wenzel Lothar von Metternich, fundó el orden político mundial vigente hasta 1918. Éste se contenta con pedir a la ministra de Cultura que desregule todo lo desregulable (derechos de autor), que elimine todos los impuestos posibles (IVA) y que eche una mano para financiar une restructuration industrielle de grande ampleur (subsidios).
Hace muchos años que todo esto se ve venir. Los patronos franceses, siempre tan complacientes con los sindicatos, esos gremios de intereses, piden ahora árnica para su incompetencia o su falta de valor. Una década atrás, las editoras de Libé y Le Monde tenían planes para compartir las instalaciones de impresión y la distribución. Era lógico para un matutino y un vespertino combinar esos recursos. Todo se fue al garete por esos motivos: incompetencia, arrogancia, sindicalismo vertical.
Hay cien historias como ésta.
¿Quién lo paga? Los periodistas –en el fondo, los lectores. Betrand Pecquerie, Director del World Editors Forum y de la World Association of Newspapers hace rato que lo tiene bien explicado… en Le Monde. No funciona así, señor Metternich.
Que yo sepa, este Metternich no ha pedido que se levante la protección constitucional que tiene el negocio de la información. Eso sí que no. Porque esa es precisamente la base de sus lloros ante el Estado francés. ¿Qué tal una nacionalización o un bail-out? Un poquito caraduras, estos editores franceses. Yo digo: protejan a los diarios de sus ejecutivos. Y también: entre tanto despido de periodistas ¿no podrían echar a algún ejecutivo de vez en cuando?
[Gracias, N*]
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