El pasado 22 asistí a la presentación del libro que resume los siete años de Silenci?, el magazine televisivo de tendencias de culto entre todos los profesionales creativos de aquí. Televisió de Catalunya ha decidido rehacer la programación de su segundo canal y ese y otros programas desaparecen relevados por un único espacio.
Por Silenci? han desfilado casi todas las luminarias mundiales y locales del arte, el diseño, la moda, la publicidad, la música, lo cool… El programa ha descubierto y lanzado decenas de talentos. Los que saben de tele –no es mi caso– dicen que su formato era innovador, brillante, cuidado. Los diarios de Barcelona lo han despedido con páginas enteras. Era el segundo programa más visto de ese canal. En fin.
Me aposté al fondo de la sala. Me intimidaba tanto moderno junto.
Lo vi todo. Y quedé flipado ante la actitud de los reporteros que estaban allí. El productor jefe, el director y el editor del libro estaban allí en rueda de prensa. El ambiente era un poco funerario, con referencias a que Silenci? estaba "de cuerpo insepulto hasta mañana", entusiasmo relativo sobre el futuro programa... "Es una idea potente", se dijo del nuevo espacio, pero no se concretó nada de nada. Sólo que saldrá… ¡en febrero!
Me pareció que allí había una historia de crisis y decepción, de improvisación, algo así. Quizá un hilo del que tirar para explicar por qué un coloso como TV3 está en crisis después de marcar pauta profesional durante tantísimos años. O sobre qué están haciendo para salir de su estado de postración.
Pensé que las preguntas de los colegas serían muchas y caníbales. Qué va. Sólo una e inocente. Para empezar no estaba allí ni uno solo de los popes de la crítica televisiva. Y eso que todos hablan tan bien de ese programa y la hora era potable (13.30)… Ni uno. Entre los reporteros presentes, ninguno preguntó por el contenido de esa idea potente –y seguramente lo es. Ni una pregunta al director del programa, a sus redactores, a sus productores, realizadores (todos estaban allí con carita de pena). Nada, niente, zil, res. Las crónicas, al día siguiente eran penosas: superficiales y sin chicha.
No escucharon, no preguntaron, no estaban enterados… Pasaron más tiempo en el aperitivo que trabajando. ¿Cómo K van a ser las crónicas? Encima algunos equivocaron el nombre del futuro programa en sus textos.
Ayer, otro de los columnistas que se lamentan de la desaparición del programa -tampoco estuvo en la presentación del libro- dice: No en tinc les xifres d'audiència però no costa gaire imaginar que devien ser de les més dignes del [Canal] 33. ¿Tanto cuesta llamar a la tele para pedir esas cifras, que además están en internet? ¿Qué tipo de periodismo es ese?
Vi a un colega. Comentó el bajísimo nivel de los periodistas del país que se dedican a la tele "que parece algo aparentemente banal" y no lo es en absoluto (la gente pasamos una media de tres o cuatro horas frente al televisor). Justo lo que pensaba. Al día siguiente quedó claro que teníamos razón.
Me quedé intranquilo. Los diarios, los periodistas… se hacen prescindibles ellos mismos. Así no hay quien viva.
[full disclosure: Conozco a alguna gente del programa. Lo dirigía mi hermano, que empezó allí de pasante hace siete años. Me matará cuando lea esto: ustedes no saben qué carácter tiene.]
1 comentario:
M'uneixo al dol. I una maldat: en la "idea potent" em consta que no hi creu ningú tret de la direcció de la cadena.
Si les meves fonts l'encerten, serà un format antic que neix amb tots els números de fracassar.
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