Uno lo agradece eternamente. Pero, deportivamente, dice:
:: Una: la lectura del diario es menor. Lleva menos texto. Sigue buscando la exclusiva en asuntos remotos y en el enfoque diferente de los cotidianos. Pero se ve como un diario cualquiera, uno de esos que se miran. Otro más. ¿Podrán explicar así el tipo de asuntos y de edición por los que dicen que apuestan? ¿Es este el tipo de presencia textual y gráfica que conviene a su apuesta editorial? I don't think so. Si queremos seguir haciendo diarios, hagamos diarios. Esto es un paso atrás.
:: Dos: no aprovechan las fotos para informar mejor sino para ilustrar mejor. La tempestad en el Sur de Francia es un ejemplo: debía ser una página de fotos o dos. Y con eso bastaba. Uno puede describir un temporal, ponerse dramático, etc. Pero unas buenas fotos, ahí, son invencibles.
:: Tres: el diario también lleva cositas que uno juzga como a vieja con minifalda –la página 5, los indicadores económicos, las flechitas, los cuadratones de colores en los sumarios, esos filetes que parecen más de carta de restaurante que de tipografía…
:: Y cuatro: todo esto no es más que una operación de economía de guerra. No es un rediseño. Menos papel+menos tinta+menos horas de máquina+menos periodistas+menos noticias y más cortas+hecho en casa = menos costes) (≠ más periodismo). No sé si les servirá de nada. Porque ellos lo saben y aún les queda vergüenza, lo presentan con un editorialín y no con un especial, como el anterior.
Guardianesco. Sólo una impresión. Porque en lo que más se parecen es en las vanilla pages, como llaman a las páginas de rutina en el diario británico.
Y luego, señores, ojo. Uno es fan de Libé. Pero últimamente es como la comida china: a la media hora de terminar ya vuelves a tener hambre. Le Monde aún son dos platos, postre y café. Y , sí, nos están quitando los hors d'oeuvres y el queso y antes ya nos quitaron el puro y el cognac. ¿Acabarán siendo menú del día?
[Para chincha y rabia va una portada de las legendarias: 7 Mayo 1968.]
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