:: Desde siempre, las crisis han servido para medir la calidad real de las personas y, muy particularmente, de los líderes. […] De momento se puede decir ya, en primer lugar, que esta es una crisis de dirigentes. […] de todas las clases dirigentes. Empezando, claro está, por la clase directiva del mundo financiero y empresarial.
La fórmula fácil podría enunciarse en negativo y con una frase conocida: “No han estado a la altura”. Pero en realidad, debería enunciarse en positivo: “Han estado a lo suyo”. Y está percepción ha calado en la gente […].
Al final, quizá no estemos ante una crisis del sistema, sino ante la crisis de los valores morales de una clase dirigente, cortejada y bendecida por la clase política y los medios de comunicación. Porque también estos, a su manera, en una escala menor, participaban de esa fiesta y la emulaban. Y de hecho, han acudido en su rescate con medidas políticas que unos aprueban y otros bendicen, a nuestra costa: los platos rotos en la orgía tendrán que pagarlos, qué paradojas, quienes menos tuvieron que ver con ella.
Y la gente lo percibe. Se da cuenta de que las elites han fallado, se han dedicado primero a lo suyo y ahora a ayudarse entre ellas. Pero las elites son muy necesarias para garantizar la cohesión social, tienen que liderar la recuperación. ¿Qué hacemos?
Cambiar el modelo. Volver a los cánones de ejemplaridad. […]
Esa calidad moral de las clases dirigentes, la que les hacía confiables, en la que podía respaldarse una nación entera, se perdió hace tiempo y se manifiesta ahora amargamente en una crisis brutal de la que, por la misma razón, nos costará mucho salir.
Las crisis no son, como a veces se pretende, fenómenos mecánicos de la economía que se reproducen según un patrón previsto, como los ciclos de la naturaleza. Entre otras razones, porque en la vida social y económica interviene la libertad humana: es decir, la capacidad moral de cada generación. Esta nuestra, tan poderosa técnicamente, sufrió una grave crisis moral que, como casi siempre ocurre, terminó por arruinar también el bienestar económico. […]
1 comentario:
Gracias, amigo. Y sobre lo de Bernanbéu... ya hablaremos. Abrazo
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