Giving news away on the internet, as most newspapers do, and selling online advertising alongside it, is not sustainable because the ad rates are so much lower online. Attempts to charge subscription fees or set up “micropayment” schemes have failed.
But consumers treat phones (and Kindles) differently from PCs. People pay for text messages, even though e-mail is free. Apple has sold millions of iPhone applications through the iTunes store. Several newspapers and magazines are already available, by subscription, to Kindle users. As with iTunes, people are happy to pay once it is made easy.
So it is not unreasonable to suppose that someone could step in, as Apple did with music, and introduce a comprehensive and easy-to-use shopfront, through which books, newspapers and magazines could be supplied to paying customers. The convenience of having content delivered to devices automatically overnight, and being able to flick quickly between stories at the breakfast table, when underground or on an aeroplane, might be something that people will pay for. If this approach took off, newspapers would no longer depend on advertisers and could wind down their paper editions. (They could also quietly scale back their free websites.)
Alfredo Triviño habló de todo esto en la reunión de la WAN en Ciudad del Cabo el 2007. La gente salió de su sesión y fueron a tomar copas y a hablar de plegadoras. A* recibió ofertas de trabajo como Director de Arte en un poderoso diario. Pero nadie le dijo: oiga, joven, yo le pongo el capital para ese chisme.
Uno piensa que falta empresario con la cabeza, el liderazgo y el coraje para entrar en esa estrategia, para construir ese futuro, para adelantarse al porvenir. To step in. A sus bisabuelos y abuelos les movía mejorar la sociedad, promover unas ideas, enfrentarse a una situación que querían diferente… y lograron ganar dinero con eso. A estos de hoy sólo les mueve el dinero, el poder o ambos a la vez. Y como la codicia y la cartera son cobardes...
Y a los periodistas, que hemos ido detrás de publishers tan lucidos… nos da todo un miedo atroz. Somos más conservadores que el Ejército y la Universidad juntos. Tiene castañas la cosa.
Esta fórmula –empresario codicioso y profesional cobarde– deja campo libre al descuidero, al descerebrado y al tecnócrata –a veces travestido de consultor. A estos, el periodismo y la ciudadanía les importan un rábano. Como al editor roñica y al periodista pusilánime... y ellos se juntan.
Pero saldremos adelante. Todo esto es un estado transitorio. Quizá venga Steve Jobs a salvarnos. Sería el colmo del glamour.
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