El argumento de que Google es un mero intermediario que ayuda a los medios propietarios del contenido porque les envía tráfico (usuarios) ignora la ley de la oferta y la demanda. Cuanto más contenidos emergen en la web, menos valor tienen esos contenidos —debido al exceso de inventario y la abundancia de alternativas al contenido de pago. Por tanto, el valor de ese “tráfico” es muy relativo.
Nick Carr resume bien el problema:
¿Qué tiene que ver todo esto con el periodismo? Tell me, darling. Karp:Los miles de millones de clicks y los millones de dólares de publicidad están tan fragmentados entre tantos websites que ni uno de ellos puede ganar bastante para mantener decentemente su negocio. Donde realmente está el dinero es en el punto donde el tráfico se concentra: el buscador de Google. Por tanto, los mayores intereses de Google son: (a) maximizar la cantidad y velocidad del tráfico en Internet y (b) asegurar que la mayor parte del tráfico pase por su buscador y, por tanto, quede expuesto a su publicidad.
El algoritmo de Google se basa en leer los enlaces como votos a favor del contenido. Cada vez que un sitio enlaza a otro, Google lo lee como un voto a favor del sitio enlazado. La genialidad del algoritmo de Google es su capacidad de registrar los votos relevantes.En realidad, lo que le interesa a Google no es el contenido sino esos enlaces… que los diarios ofrecen gratis. Es decir, la capacidad de esos medios para indicar qué contenido es relevante y cuál no. Es decir, la edición –el meollo del periodismo– que se expresa en un enlace a un contenido concreto, asociado a una marca creíble –de esto último se olvida Karp.
Es suma, Google depende de otros. Y en esto reside la solución a su padrinazgo mafioso.
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