


A veces parece que cada edición fuera única y no una sucesión, como si los lectores también fueran nuevos cada vez. Hacemos diarios divorciados de ellos mismos y sus ediciones parecen ayer una jirafa y hoy una ballena. Nuestros periodistas no leen los diarios ni se acuerdan de lo que escribieron. Ni qué decir sobre su interés en conocer, en este caso a Ferran Adrià o a su restaurante el Bulli, uno de los más famosos de Europa. Les da lo mismo...
Y eso que esto es apenas trabajo de pala, de data entries. Nadie da lo que no tiene y lo peor es la indolencia que se extiende como una mancha de aceite ¡Todo da igual!
No se pueden hacer periódicos con burócratas. Esto es lo que mata a los periódicos y no la poca publicidad, ni internet, ni el precio del papel.
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