Muchos piensan que la programación sin anuncios parece desprovista de empaque y, sobre todo, echan en falta las pausas.Y resulta que sólo es un meandro que desemboca en otra cosa bien interesante:
Esta vez no le han censurado –no se vaya a decir que los dueños tienen intereses en la prostitución (y en realidad los tienen: esos anuncios) y la protegen. Muy bien, Enric.Lo anterior viene a cuento de una excelente serie de reportajes que publica este mismo periódico sobre la esclavitud a que son sometidas miles de prostitutas. Esos reportajes nos dignifican por partida doble: porque para denuncias de este tipo sirven los periódicos, y porque demuestra que, por más que les necesitemos, no nos achantamos ante nuestros anunciantes.
El lector habrá notado que, en crisis las inmobiliarias y en horas bajísimas el consumo, los pequeños anuncios de prostitución son una importante, casi vital fuente de ingresos para los periódicos. Me parece una lástima que publiquemos esos anuncios y promocionemos la prostitución. Pero al mismo tiempo la denunciamos, o denunciamos una parte de ella. Algo es algo.
Primer reportaje, segundo y tercero. Estupendos.
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