A la hora del desayuno pedí un periódico en un hotel de Guayaquil. Me mostraron una especie de dispenser de diarios con decenas de Telégrafos en medio del comedor donde lo sirven. "Me aburre la prensa del gobierno", le dije a la salonera y le pregunté por El Universo. Me dió éste, con un sello más que elocuente y me advirtió que es el último que le quedaba:
A El Universo lo tienen que comprar para entregar a los pasajeros. Y se agotan. A El Telégrafo se lo regalan en cantidades, porque la plata con que lo hacen es del pueblo y no de ellos. Y nadie lo quiere, ni gratis.
1 comentario:
Todas las empresas quieren beneficios con el negocio de los periódicos, pero no todas las empresas quieren hacer un periódico. Es una idea para ir puliendo, pero nos quedaría un bonito aforismo.
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