El Telégrafo es el diario más antiguo del Ecuador (1884). Se lo quedó el estado cuando quebró el banquero Fernando Aspiazu, su anterior propietario. Durante un tiempo fue administrado por la AGD (Agencia de Garantía de Depósitos), que había devuelto el dinero a los ahorristas. Al final el presidente Rafael Correa lo incautó, pasó a ser propiedad del Ministerio de Economía y desde marzo de 2008 aparece berlinés y se autocalifica como diario público. En realidad es el diario del gobierno, sostenido con el dinero de los sufridos contribuyentes ecuatorianos para informar lo que le interesa al poder. Pero no es el único medio incautado: ya van por diez, tanto el que estado es el mayor propietario de medios en el Ecuador (en total tiene quince) y gasta en ellos sin control con tal de verlos en todas partes: como a todo cínico, al gobierno le importa un pito su credibilidad. Al final los medios públicos son como las obras públicas: otra artimaña para robarle dinero -tuyo y mio- al estado.
Por eso tarde o temprano iba a ocurrir lo que ocurrió ahora: