Pues uno no está de acuerdo. Pongan en lugar de Berlusconi su propio nombre –o el del director de El País o el que de quien les parezca. ¿Publicarían las fotos? Claro que no.
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Dice la Defensora: "Cuando la actividad privada adquiere la dimensión de acontecimiento con repercusión pública, ese derecho puede quedar restringido".
No estamos ante este supuesto. Por favor. Seamos serios.
Agrega: "[…] la confusión entre lo público y lo privado es una constante en el proceder de Berlusconi. […]".
O sea, que El País también lo confunde porque Berlusconi lo hace. Buenísimo: ¿cuál es, entonces, la diferencia entre el comportamiento del diario y el del primer ministro?
Argumenta también que "las fotografías tienen valor informativo […] porque además son relevantes para un debate que se había situado en el centro mismo de la esfera pública italiana".
Ridículo. Ese debate está abierto desde el primer gobierno de Berlusconi. Esas fotos ni quitan ni ponen nada en la esfera pública.
Y sin embargo, era todo mucho más fácil. Antonello Zappadu, el fotógrafo que tomó esas instantáneas, asegura que tiene otras donde se ve a las invitadas e invitados de Berlusconi bajando de los aviones oficiales en el aeropuerto de Olbia, Cerdeña. Esas sí comprueban que el premier utiliza recursos del erario italiano en beneficio propio, para sus asuntos particulares. Esas son las fotos con valor informativo. ¿Por qué no publicaron ni una?
[Del dictamen jurídico uno prefiere no decir nada: nos vamos haciendo viejos y nos conocemos todos mucho].
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