Baltasar Porcel era uno de los grandes escritores catalanes. Destacó en todas las prosas. Uno no está de acuerdo con él en cinco o seis asuntos de bastante relieve. En fin, ahora él ya lo sabe todo: murió anteayer.
Publicó su primera pieza en La Vanguardia en 1967. Desde 1982 tenía una columna diaria en ese diario que, buena, mala o regular, se convirtió en referente. Casi toda la gente lo conocía. Mezquinarle a la muerte de Porcel la portada del diario porque trabajaba para la competencia es una pifia monumental. Una decisión ruin. Y no me vengan con el cuento de que consideraron que tenía más relieve la ceremonia por Vicente Ferrer. No lo tenía. Lo sabe todo el mundo. Hay que ser más señor y, sobre todo, más periodista. Si seguimos así acabaremos pareciendo la prensa de Madrid o —no lo quiera el destino— el Marca.
4 comentarios:
Cuanta razón. Creo que es una locura, una falta de criterio o, directamente, y como bien decís, una mezquindad de proporciones bíblicas.
Tampoco me parece tan grave. Ayer estuvo abierta al público la capilla ardiente del escritor en el palacio Moja y acudieron exactamente 968 ciudadanos (fuente: Europa Press).
¿Y eso qué tiene que ver? La importancia de una persona no puede medirse por el número de visitas que recibe una vez muerto. Lo que importa es el trabajo hecho y, desde luego, Porcel debe ser considerado como un notable. Eso sí, cuidado con las comparaciones con Pla. A lo mejor se está yendo demasiado lejos
Dober zacetek
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