Termino de procesar el periodismo de estos días en la Argentina. No porque no haya más, es que hay muchísimo y no me da la vida.
No fue la campaña sucia impuesta por el Profesor de Cachiporra, no fue el adelantamiento de las elecciones, no fueron los candidatos testimoniales, no fue la banalización farandulera de Showmatch (a la que se prestaron casi todos), no fue la mentira organizada por el gobierno, sus idiotas útiles y los encuestadores alquilados, ni siquiera fue la misma elección y tampoco el discurso de Néstor Kirchner que minimizó la derrota y prometió seguir acumulando.
Lo que más irritó a la oposición, al periodismo y al pueblo argentino fue el discurso de la presidente del lunes a las cinco de la tarde. Convocó esta rueda de prensa después de leer los periódicos de la mañana en los que se informaba que el kirchnerismo había sufrido una dura derrota. Está convencida de que, si se suma y resta de otro modo, se puede revertir este grave error del periodismo argentino. Hasta ese momento había alguna esperanza de que las cosas cambiarían. Después ya no. Las declaraciones de CFK produjeron el efecto contrario al que buscaba.
Puede resultar aburrido y las preguntas no son gran cosa. Por eso cuelgo antes La lideresa exasperante, de Alejandro Rozitchner, publicado en El Cronista del miércoles 1 de julio. Es muy fuerte, pero es una catarsis contra la vergüenza ajena que nos da verla y oirla.
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