Esos tipos explicaban las cosas con ciencia, contaban lo que el ojo no ve y transformaban el estadio, la carretera o el circuito en el escenario por el que discurría la vida misma. Una maravilla. Y se entendía todo. Algunos aún lo hacen. Ellos asesinaron la crónica deportiva que describía lo que había ocurrido minuto a minuto –y se había visto por la tele.
Hoy lee uno textos que quieren ser aquellos y… es insoportable. Un manierismo, un periodismo figuretti, un contorsionismo informativo, un mejunje esotérico donde lo importante parece que es enhebrar dos verbos estrambóticos y un adverbio del siglo XVII. Como en esta crónica de hoy:
La puesta en escena del Madrid fue notable, al menos todo lo digna que cabe esperar en un choque postizo. Mostró buena actitud y puso gesto serio en un partido de pierna fuerte, y con una docena de destellos iluminó la preciosa noche donostiarra (uf). Sólo su exceso de arabescos, su exagerado afán por embocar (sic) el balón desde el área pequeña, aplazó el desenlace (vaya) más allá del descanso. […]Todo esto suena a hueco, a collar de cristalitos, a figura de terracota. Cansa. Sobre todo a los que vimos & vivimos la versión original & buena. Puede que sólo sea consecuencia de que uno envejece. Lo acepto deportivamente. Verdad es que hay en esa crónica momentos interesantes. Pero se queda uno pensando si los jóvenes tigres no deberían emanciparse y fabricar su propio estilo como hicieron aquellos viejos leones. Porque talento se ve que hay.
Tampoco la estética parece angustiar a Benzema, que estuvo donde se espera de un delantero centro de tronío para empujar a la red un libre directo de Ronaldo mal gestionado (sic) por Bravo. […]
Pertrechada (sic) la Real en su terreno de juego, desactivado por tanto el pase largo en busca de Benzema, […]
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