Así llama A* a esos ahorros de empresa que acaban molestando a todo el mundo sin beneficiar a nadie: instalar un teléfono para cada cuatro mesas, exigir la entrega del bolígrafo agotado a cambio de otro nuevo, limitar el número de impresiones… Ya saben.
En Condé-Nast decidieron el mes pasado cancelar el abono de las suscripciones a diarios de sus periodistas y suspender la entrega gratuita de publicaciones en la empresa. Total, nada. Y resulta que tenían una vía de agua incontrolable en Annie Leibovitz, su contrato de cinco millones de dólares anuales y sus tremendos gastos de producción y edición.
La fotógrafa está ahora en bancarrota, con deudas de 24 millones. Si en septiembre no resuelve bien sus finanzas, perderá sus dos casas y todos los derechos sobre sus obras.
¿Cómo llamamos a todo esto, querido A*? ¿Irritante Supremo?
New York cuenta la ascensión y caída de la fotógrafa en un reportaje escalofriante. Léanlo. Digo: fastidia un poco que ahora le caigan encima con tanta inquina en mezquinos ajustes de cuentas. Ella es responsable de sus actos, pero no de la espuma que levantan en otros.
Via What's Next.
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