Estoy en el norte de la Argentina. Los diarios llegan tarde y me doy el atracón después de almorzar. Aunque ya había visto las portadas en las webs, no es lo mismo. Por lo pronto descubro en la tapa el mensaje de la directora de Clarín al cumplir el diario 64 años, justo ayer: ningún apriete torcerá nuestro compromiso con la sociedad. Y me encuentro con Crítica, que no había visto todavía y que es, por lejos, el que mejor informa (siempre es más fácil cuando no hay nada que perder).
Comentamos entonces con RM que el Grupo Clarín tiene tantos negocios que por donde se mire es vulnerable: lo dañarán sí o sí. Y hay muchos más que los Kirchner con ganas de hacerlo. Y eso no es todo: Clarín se enfrenta a la pelea sin conducción, sin convicción, sin agallas y con el culo sucio. En ocasiones como esta hay que disponerse a bastante más que resistir aprietes, porque no los están apretando: los quieren matar.
Otro gallo cantaría si estuvieran allí Rogelio Frigerio y su equipo de conjurados: gente con un par...
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