La Vanguardia: 1.800 suscriptores (unos 600.000 €)
El Periódico: 1.700 suscriptores (500.000 €)
Avui: 250 suscriptores (87.500 €)
Esta Casa se opuso a esa subvención encubierta, que no motiva la lectura de prensa entre los jóvenes (que nunca han leído prensa, como es natural). Lo que hace es subsidiar a empresas que no lo hacen bien precisamente por no hacerlo bien.
No nos han hecho caso. La semana pasada comenzó la campaña de este año. Será otro desastre: tirar dinero público para nada.
Quizá hagan caso a Jack Shafer, que dice esta semana:
The government's attempt to prop up newspapers with rewrites of the tax code or Sarkozy-esque direct subsidies of government advertising and free subscriptions for young people interferes with the already-in-progress transition from print to digital news delivery that's been accelerating for the past 15 years—or longer. Propping up troubled papers has a cost. It weakens the enterprises that are rising from below to compete with them to deliver advertising and, yes, deliver news. I can think of no better way to hinder the rise of such Web sensations as Politico and Talking Points Memo than rewriting the rules to benefit newspapers.Muy bien, Jack.
Se entiende que los políticos y burócratas mantienen empresas informativas fallidas o en proceso de desaparición. Para que sigan haciéndolo mal –como ellos– y puedan amenazarlas y manipular más fácilmente. Lo pagamos Tú & Yo.
Pero es inexplicable por qué el sector digital no protesta enérgicamente (¿porque también mojan por otro lado?).
Y lo peor de todo: cómo los diarios aceptan esas ayudas, que tienen obligación de desvelar y criticar si las descubren en otros sectores. Deprimente.
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