Algunas consideraciones finales de esto que recién empieza, nada que no se haya dicho en esta casa:
1. Al los Kirchner y al poder no les molestó tanto la oposición de Clarín como su traición. Ese cambio es real y fue un legítimo pero tardío viraje de línea editorial, bandazos que todos los diarios pagan con lectores.
2. Ojalá ese viraje haya sido la resurrección del código genético de Clarín. Quiero decir que prefiero al de hoy, pero para siempre. Clarín tiene la oportunidad refundar el país que los argentinos necesitamos ahora con urgencia. O puede volver a transar y terminar en la cuneta (donde terminan los extorsionadores).
3. Clarín manejó sus relaciones con el poder desde la Gerencia de Asuntos Corporativos y no desde la Dirección del diario. Esto ocurre porque en Clarín no hay Dirección (perdón señora) y la Jefatura de la Redacción responde al negocio económico y no al ideológico.
4. Ese manejo se hizo siempre de un modo extorsivo (estilo Fiat). Clarín le dio la razón al poder cuando solo supo contestar aprietes con más aprietes. Oberdan Sallustro ya pagó con su vida el estilo Fiat (es una vieja historia de los desencuentros argentinos).
5. La reacción final de Clarín fue la de un diario de verdad, pero de nuevo llegaron tarde. Clarín apuró el lanzamiento de Eduardo Duhalde para intentar el pase de los senadores kirchneristas ocasionales (fidelidad de billetera) al nuevo esquema de poder que se organizará cerca del único que puede enfrentarse en serio con la lacra que ha parasitado el poder en la Argentina.
6. Si la lección está aprendida y despierto el código genético de Clarín, quien llevará esa u otra relación con el poder deberá ser el dueño y por el bien del país y no por el suyo particular. Ni siquiera por salvar el Grupo: esas son cosas menores en estos tiempos. Como en las buenas épocas, Clarín necesita cambiar la glotonería por la conjura (léase poner conjurados donde hoy hay glotones).
7. Clarín puede y debe refundarse como diario y como un gran grupo de medios, justo cuando nos planteamos el futuro de la prensa en el mundo y el de la prensa independiente en varios países de América del Sur. La Argentina lo necesita con urgencia. Nuestra América también. Depende de ellos.
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