The Economist cuenta cómo los aprietes oficiales a los medios van en aumento en Europa del Este.
Se trata, sobre todo, de nuevas y abusivas leyes de protección de secretos oficiales o antidifamación. Ahí aparecen los 14.000€ de multa a un semanario búlgaro (ya saben: es un idioma) por un publicar una carta de un lector en que acusaba de corrupto a un político; o los 31.000€ por daños y perjuicios que un diario eslovaco hubo de abonar al Presidente del Tribunal Supremo, Stefan Harabin, por llamarle “arrogante”. Harabin ya lleva ingresados más de 180.000€ mediante este procedimiento. Todo un empresario de la difamación.
Los datos vienen de Reporteros Sin Fronteras (RSF). En su World Press Index, mientras España ha caído del puesto 40 de 2008 al 46 de este año, Argentina subió del 68 al 47. Uno no lo ve claro.
Me pregunto si la malignidad K llegó al extremo de aprobar la Ley de Medios cuando el informe de RSF ya estaba cerrado. No creo. Pero ¿y si…?
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