martes, 8 de diciembre de 2009

Diagnóstico del periodismo español

La Asociación de Periodistas Europeos, sección española, observa las siguientes deficiencias en el país:
1. El escaso número de medios que han promulgado códigos de conducta que garanticen la independencia editorial.
2. El sospechoso otorgamiento de las licencias de canales de radio y televisión por las autoridades en función de afinidades políticas.
3. La falta de transparencia en cuanto a la propiedad de los medios y a las influencias económicas a que están sometidos.
4. La concesión sectaria de subsidios (por ejemplo, compra de ejemplares o publicidad) sin respetar criterios de igualdad y neutralidad.
5. La interferencia política en la línea informativa y editorial de los canales de propiedad pública.
6. La designación como directivos de esos canales de quienes tienen compromisos de militancia política.
7. La falta de juego limpio al dificultar o impedir el ejercicio del derecho de réplica a los perjudicados carentes de recursos para hacerlo valer.
8. La opacidad sobre los intereses políticos y financieros que vinculan a los periodistas a determinadas instituciones, como los empotrados en unidades militares.
9. Las conferencias de prensa sin preguntas.
10. El veto a las cámaras independientes a cambio de facilitar productos audiovisuales intencionados.
Vaya. Viniendo de esta elite de periodistas, todo esto es muy desanimante.

¿No será que el problema #1 no es la falta de códigos de conducta sino las conductas que atropellan a las decenas de códigos ya promulgados? No sé, a ver si ahora resultará que promulgando uno más podemos resolver todas esas lacras. En ese caso, retiro todo lo dicho y lo que voy a decir.

Otra: ¿es una desgracia la concesión sectaria de subsidios o la concesión de subsidios en sí? ¿Hay una concesión de subsidios que alguien no pueda juzgar sectaria? Etc.

Unas modestas proposiciones:

1) Expliquen concretamente qué gobiernos (central, regionales, locales, etc.) y qué mandarines y cómo cometen esas tropelías (Eso ustedes lo saben. ¿De dónde sacan la lista si no?);
2) Digan nombres y apellidos (eso suyo tan genérico es pan comido ¿no?);
3) ¿Recuerdan internet (Toc, Toc, ¿Hay Alguien En Casa?) y la Ley de la Economía Sostenible?
4) ¿Les suena lo de la precariedad laboral de los periodistas?

La lista podría ser más larga.

Digan algo sustancial, anda, que no todos pueden lucirse en sus saraos con Felipe (el Príncipe y el otro), Almunia, Cospedal y otros próceres. Digan algo aunque sólo sea para quedar bien. Y anímense a proponer soluciones.

Lo firma Miguel Ángel Aguilar en La Vanguardia. Y dice que continuará. Le seguiremos. Porque sin duda lo hará mucho mejor que hoy.

2 comentarios:

Clochard dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Clochard dijo...

Reenvío lo que acabo de comentar, porque tenía una errata:

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Yo añadiría otra deficiencia, que tal vez una asociación europea, por transnacional, no pueda percibir: la conversión de la lengua periodística en un recipiente de metáforas muertas que pretenden aparentar bien originalidad buen un falso tecnicismo. Los clichés de «dar luz verde», el evitar el léxico corriente (no escribir nunca «decir», insistiendo en «afirmar» o «expresar»), el uso figurado de la inversión semántica como recurso enfático (decir que la inflación «ha experimentado un aumento sensible» queriendo decir que se ha desbocado), etc. Me parece que esta rigidez estilística (que llega a formar parte del «manual de fábrica») refleja de algún modo uno de los problemas señalados por la Asociación de Periodistas Europeos: la imbricación de la prensa con los políticos: la convivencia hace que ambos gremios acaben hablando y escribiendo igual. El periodismo ha copiado de la clase política española los subterfugios retóricos y el ponerle «colchonetas» a lo que se dice, en vez de la claridad. Esta claridad me parece propia del buen oficio del periodismo, que me parece encontrar cuando el periodismo se concibe como «arte» (en el sentido de «artesanado») por oposición a «genialidad» o «destaque». Es una opinión mía, tal vez muy personal, y desde fuera de la profesión. Un saludo,