Sinopsis de hechos: el contenido de un millar de correos electrónicos robados a la Unidad de Investigación sobre el Clima (CRU) de la Universidad de East Anglia (Norwich, Gran Bretaña) revela que han perdido los datos originales, sus pruebas del cambio climático. Y que sus científicos están tan convencidos de que ese cambio es un hecho cierto (suelen describirlo en plan 2012) que ya cruzaron la frontera entre ciencia y activismo: ¿cocinaron los datos para que encajaran en la teoría del calentamiento global?
Lo ocurrido no es un robo cualquiera. El CRU es el centro de referencia de la cosa. De sus trabajos penden las conclusiones del International Panel on Climate Change (IPCC) de la ONU (también onda 2012). Y las decisiones que los políticos tomarán estos días (o no) en la Cumbre de Copenhague, evento que los medios han bautizado como "la penúltima oportunidad de salvar al mundo", etc.
Todo esto lo contó The Times la semana pasada. Aquí lo explica John Tierney en su blog del NYT. Le llaman Climagate, Climaquiddick…
Por debajo corre el debate científico real, aún abierto: si esos datos reflejan un cambio climático o bien un mero bache meteorológico o bien una parte del ciclo natural del clima.
Aquí se mueve muchísimo dinero, la mayoría público (Tuyo&Mío). Por ejemplo, la superficie de placas solares que un constructor debe instalar en un edificio (y que deberán pagar luego los compradores de esos pisos, claro). O la tarifa eléctrica. O miles de millones en subvenciones. Etc.
¿No es un asunto sobre el que vale la pena informar a diario, mucho y en serio? ¡Es un bombonazo! Es una oportunidad para interesar a muchos legos. Fíjense: robo, peleas, secretismo, rivalidades, dinero público (Tuyo&Mío), miedo social, apocalipsis mundial… Y aparece –no es casual– unos días antes de Copenhague. You never had it so good.
Pues nada. Aquí no nos hemos enterado de nada. Sólo de la doctrina oficial: el calentamiento global existe. Punto. Ayer La Vanguardia llamaba negacionistas a quienes dudan que el cambio climático sea el fenómeno apocalíptico del IPCC. Y cita entre ellos a José María Aznar, Nigel Lawson y otros jubilados de la derechona europea con quienes pocos quieren asimilarse. Ningún científico. Es como ilustrar un reportaje sobre literatura brasileña con Paulo Coelho. Patético.
¿No es esto un modo de sesgar el debate, de desacreditar una postura? ¿Alguien quiere ser negacionista, nombre que nació para agrupar a gentuza que tilda de invención el Holocausto como Le Pen o Irving? ¿Por qué LV no cita, por ejemplo, a Björn Lomborg? Es serio, es joven, es conocidísimo, es accesible: todos los que saben algo sobre cambio climático conocen The Skeptical Environmentalist. Pues no lo cita. Será por ignorancia, por mala voluntad o por despiste o todo a la vez. Qué pena de periodismo.
Y de la polémica del Climagate no dice nada, no vayamos a quedar poco modernos.
En este blog de The New York Times tienen bastante bien ordenado & almacenado material valioso sobre el caso. Está sesgado en favor de los defensores del cambio climático, pero menos.
Y las portadas de algunos diarios la pasada semana son lo menos informativo del mundo mundial: dan por buena la versión más apocalíptica, que aún no ha sido científicamente contrastada o se ponen a contarnos historias de terror climático que se parecen más al hombre del saco que a ciencia.
Barcepundit lo explicaba muy bien el pasado jueves:
Y mientras en todo el mundo civilizado la polémica lleva unos diez días en los papeles y en las pantallas, España sigue básicamente ajena a ella. […] En varios medios muy destacados (La Vanguardia es el primer ejemplo que me viene a la cabeza) no ha habido ni una sola línea. "Informan" como si no hubiese pasado absolutamente nada. Otros, como El Mundo y El País, aterrizan hoy, y básicamente para dar voz a los cientifi-trileros. Lo cual es curioso: sus lectores van a leer una defensa de […] un asunto del que casi no van a tener idea porque esos mismos periódicos no habían informado de ello.The Economist remacha: que la ortodoxia política no silencie la discusión científica:
Luego se extrañan cuando venden menos.
This newspaper believes that global warming is a serious threat, and that the world needs to take steps to try to avert it. That is the job of the politicians. But we do not believe that climate change is a certainty. There are no certainties in science. Prevailing theories must be constantly tested against evidence, and refined, and more evidence collected, and the theories tested again. That is the job of the scientists. When they stop questioning orthodoxy, mankind will have given up the search for truth. The sceptics should not be silenced.Y eso es lo que han hecho los medios en la Península: censurar a los escépticos. El negacionismo del negacionismo. Fatal.
4 comentarios:
Muy bien expresada la perplejidad que causaba el artículo de La Vanguardia que mencionas del pasado domingo. Y es que además, en el mismo ejemplar del pasado domingo, en la sección "Dinero", página 7, Gabriel Calzada, Presidente del Insituto Juan de Mariana, publica un artículo de sentido contrario titulado "El fin del fin del mundo". Claro que los artículos de ese suplemento generalmente van siempre en contra de lo políticamente correcto.
"Y cita entre ellos a José María Aznar, Nigel Lawson y otros jubilados de la derechona europea con quienes pocos quieren asimilarse. "
No querrás asimilarte tú porque la cosa esa infantil del "marica si te gustan" de la propaganda progre es muy eficaz.
A la larga ESOS jubilados son los únicos que habrán tenido "almendras", cosa que la gente valora.
Más centrándome en el tema. No me podía imaginar que desde los tiempos de las bondades de la URSS y de que el comunismo era una alternativa fuera posible una trola tan monumental y con tanta gente corrompida. Los déspotas parece que han pillado cacho con un tema que fascina a los tontos como parece que es esto del clima. Y, por cierto, una trola que también viene de la izquierda.
Anónimo: no es de sentido común negar la necesidad de poner orden en el modo en que consumimos energía, especialmente en el hemisferio norte. Y relacionar Copenhague –que va de eso– con el comunismo soviético es de triple salto mortal con tirabuzón… y de menos sentido común.
>A la larga ESOS jubilados son los únicos que habrán tenido "almendras"
Y eso que Aznar no tuvo "almendras" bastantes para negarse a firmar Kyoto.
Publicar un comentario