Toda estafa se nutre de la codicia del estafado. Lo aprendí en la estupenda película The Flim-Flam Man* (1967) de Irvin Kershner con George Scott. Véala si la encuentra (y no me pregunte el título en castellano de España o de América, que pueden llamarla como se les de la gana).
Los medios del gobierno se alimentan de la codicia de los gobernantes y del dinero de los contribuyentes. Por eso los que vienen siempre quieren tener su diario adulón, el que los saca honestos, guapos y amorosos. Y así se han multiplicado los diarios flimflam, a medida de la vanidad codiciosa del poder.
La Prensa Proveedora de Poder sirve para sacarle dinero al poder y no para que alguien les crea, ni para conseguir un solo voto, ni para decir verdades que son mentiras. Está súper probado, desde los días de William Randolph Hearst, que no sirven para nada más (nada que no se haya dicho ya en esta casa).
¿Y entonces por qué insisten?
Porque casi todos los políticos creen que la gente es idiota y que se la puede embaucar.
*Flimflam: (Oxford English Dictionary)
• noun 1 insincere and unconvincing talk. 2 a confidence trick
• verb (flimflammed, flimflamming) swindle with a confidence trick
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