Rubén Montoya ha dejado El Telégrafo de Guayaquil. En este blog lo dijimos hace casi dos meses, cuando empezó la rebelión de la dignidad en ese diario (ya sabe, léalo antes en Paper Papers).
Ahora lamento confirmarlo y sé que no es una sorpresa para Montoya ni para nadie en la redacción del diario más antiguo del Ecuador.
Solo quiero añadir dos cosas:
1. No se puede hacer periodismo desde el poder. Ya lo sabíamos, pero se engañaron con eso del diario público. El poder intentará siempre manipular el periodismo: si lo hace con los que quieren ser independientes, pensar que no lo va a hacer con sus propias reparticiones es una ilusión ingenua. Y no estoy hablando solo de los gobiernos autoritarios...
2. Es muy difícil volver al periodismo independiente. Quien ha trabajado para el poder queda marcado, aunque lo haya hecho convencido o por la nobilísima razón de mejorar su salario y el bienestar de su familia.
Ahora sí, mi solidaridad para Rubén.
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