No creo que sea de Reus ni florista. Pero cualquiera se da cuenta de que esas flores no son claveles revolucionarios. Apenas un detalle y hasta una perla, pero resalta la deformación de quien no acepta otra verdad que la de su propia visión de la realidad.
¿Cómo va a tener Saramago otras flores que no sean claveles rojos? ¡Habráse visto! Pues no: son rosas, que le van mucho mejor a un corazón enamorado.
En Clarín de ayer: todo el pie de foto está de más.
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